Antonio Pérez Henares

LA MAREA

Antonio Pérez Henares

Escritor y periodista. Analista político


Una alfombra para 40.000 muertos

20/04/2020

El Agitprop, la agitación y propaganda, Gubernamental, ha tenido, tiene y tendrá un objetivo primordial: tejer una alfombra capaz de tapar los 40.000 muertos por el coronavirus que España ha sufrido. Cuenta para ello con un telar en continua producción, las más importantes cadenas de televisión que descargan de continuo y sin cejar ni por un momento, el balido repetido sobre una población cautiva y confinada que no tiene otra salida que mirar y escuchar. Y utiliza para ir ensamblando la pieza dos ruecas complementaria de hila. Una es no reconocer como tales a la mitad de los fallecidos. La otra es no ponerles cara, ocultar el duelo, el dolor, el ataúd, la muerte en sí y convertirlos en un número estadístico.

Ese es el Gran Bulo, la Gran Alfombra. Lo que hay, junto con sus propias responsabilidades que a toda costa ha de esconderse y ocultar. A la que está por entero dedicado, disfrazado de información, el omnipresente aparato de propaganda montado por Moncloa y pieza esencial y prioritaria, el "resto" es accesorio, de la preocupación y actividad política del eje Sánchez-Iglesias al tiempo que se acusa y propaga que el bulo son todos los demás y se les abre causa mediática e incluso penal.

El Gran Ruido tiene como objetivo silenciar el hecho de que ya andamos realmente por unos 40.000 fallecidos, el doble de lo que se acepta. Que han muerto, muy claro está, pero a los que no se reconoce de manera oficial. Sí lo hacen los médicos, los tribunales superiores de justicia, las funerarias y las familias pero el Gobierno los niega con contumacia feroz y con un argumento esperpéntico. No se les cuenta porque aunque tuvieran todos los síntomas y se les enterrara como tal, no se anotan por que no se les hizo test y no se les hizo test porque la autoridad ordenó que no se les hiciera y porque además no había test para hacerlo, pues nuestra Suprema Autoridad, la que todo ha hecho bien, no proveyó, no tenía, no tiene aún los test necesarios y hasta tuvo que devolver 650.000 porque eran de "cartón" y se niega ahora hasta a dar el nombre de quien los estafó.

Así que su solución fue no hacérselos ni a los vivos que los necesitaban más, Médicos y ATS, ni a quienes morían en residencia, hogares y en hospitales. Con ello se obtuvo, además, un "beneficio" añadido: la mitad de los muertos dejaron de un plumazo de existir y en esa inexistencia oficial van a seguir, si el Gobierno de España consigue dejarlo así. Aunque los datos, las pruebas, las cifras sean evidentes y clamorosas. Aunque ya en muchos lugares se han hecho públicas y han sido contrastadas por la propia autoridad judicial. Como es el caso de Castilla-La Mancha, donde en marzo fueron casi el triple (1.921 reales en vez de los 708 oficiales en marzo, según dictaminó, con datos el TSJCM) de lo que se sigue sin querer reconocer. Algo muy parecido es lo que ha sucedido en Castilla y León, allí son el doble y no muy diferentes son los casos de Madrid o Cataluña donde por una lado se reconocen por la sanidad autonómica 13.000 por un lado y mas de 7000 por otro pero el tandem Illa-Simón se niegan a recoger como tales.

Con ello la primera parte de la alfombra ya está tejida. La mitad de los muertos en el limbo y el número total reducido por arte de magia a la mitad. ¿Hay algún "bulo" mas mendaz y perseguible que este. ¿Va a ser denunciado por la Fiscalia General? ¿O en realidad la "Censora Mayor del Reino" a lo que se dedica es a la caza de bulos-liebre para ocultar el que tiene escondido en el armario y que de ahí a ese sí que no hay que dejarle salir?.

Casi no sorprende que esto lo haga el Gobierno y sus extensiones de poder pero no deja de ser desalentadora la escasa contestación al masivo aparataje mediático compuesto por las legiones monclovitas y sus tropas "auxiliares". Salvo honrosas y claras excepciones, pareciera que este asunto, el del número real de victimas de la epidemia, es un asunto menor donde nada hay ni que investigar, ni que mentar siquiera. Y mira que es algo nada difícil de descubrir y de poder establecer con bastante aproximación. Con ir provincia a provincia y recopilando los datos de autorizaciones de entierro en el registro civil, lo hizo así el TSJCLM, o con los datos de las funerarias, o hasta las que ya dan las propias comunidades que han decidido darlas de verdad, se dispondría de un dato mucho más fehaciente y real. Previo al dato que a la larga acabará por ofrecer el Registro Civil y que comparado con el del año anterior, o una media de varios, demostrará cual fue la verdadera mortandad producida por el virus. Pero resulta que es también muy evidente que determinados medios de comunicación trabajan en el mismo telar y tejiendo la misma alfombra que el gobierno quiere tejer.

Y muchos mas aún han sido abducidos para trabajar en darle al pedal de la segunda rueca de hilar. El quitarle a los muertos casi hasta su condición de serlo, deshumanizarlos en la estadística, borrarles la cara, esconder el dolor de sus familias y amigos y hasta instruir a para que minimice y no haya visibilidad colectiva del luto. Hay que hacer invisible a la muerte, a las lágrimas, a la pena, que no esta bien visto llorar, que desanima mucho al personal y los que sufren lo mejor es que se lo hagan con recato y sordina no vayan a trasmitir su tristeza y que desde luego no se les ocurra salir a gimotear por televisión. Ni que fuera por el perro del Ébola o por que han echado a una concursante de "Supervivientes", ¡hasta ahí podíamos llegar!.

Reconozco, y esto es personal, que es quizás esta consigna y esta doctrina, con la que se anega a cada instante los cerebros de los españoles, lo que me parece aún mas atroz y perverso, algo que destruye y degenera nuestra propia condición de humanidad. Pero tristemente muchos la tienen comprada y la creen y pregonan, además, como virtud y bondad.

La alfombra se lleva tejiendo desde hace mucho. Desde el día primero en que ya hubo que declarar la alarma, que por sectarismo político se había negado y perdido un tiempo vital. Porque letal para muchos ha sido. La alfombra tiene que tapar a los 40.000 muertos porque lo que tiene que tapar es la insensatez e irresponsabilidad primera y duradera hasta después del "su" 8-D, y su dejación que un día la justicia dirá si incluso delictiva de no mover un dedo para proteger y dejar indefensos y en desamparo a los profesionales sanitarios, entre quienes el contagio y la mortandad han cuadriplicado los peores registros mundiales. La alfombra ha de ocultar eso y aún más, porque si, como alardean en cada sermón-mitin presidencial, todo se ha hecho bien ¿cómo es posible que, sin contar la mitad de nuestros muertos, encabecemos el ranking no solo europeo sino mundial en porcentaje de victimas mortales?.

Todo ello es lo que debe poderse barrer y se está barriendo ya debajo de la alfombra. Que tendrá además su definitivo momento de gloria en su presentación ante la Nación. Lo anuncio en su ultima homilía el presidente, porque un cierto clamor por el desprecio formal y gestual a los muertos ha comenzado a aflorar, y ya hubo que responder. Ahora no, todavía no, hay que seguir con el Agitprop, pero cuando ya lo vean maduro, maduro, será el día elegido para mostrar a la población la hermosa alfombra a todo color. Le llamarán homenaje a las víctimas. Pero será en realidad un autohomenaje al que se presentará, lo hizo ya, como Gran Salvador, triunfante tras crueles batallas en la guerra contra la cruel enfermedad. Ese será el definitivo clavo al ataúd de los 40.000 muertos que se ocultan debajo de esta gigantesca manta de olvido y silencio que sobre ellos se está echando ya.