Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Dilema

30/09/2021

Para un perfil como el de Alfonso Fernández Mañueco -una de cuyas citas favoritas es la de Santa Teresa de que “la paciencia todo lo alcanza”-, tener que decidir sobre el adelantamiento o no de las elecciones entraña una tensión adicional. Y dado que en las sociedades modernas los electores tienen la misma dinámica líquida que la de la de la lava de un volcán, el riesgo que entrañan las decisiones irreversibles suponen para él un factor de desazón.
En estos días, tras el cónclave del martes en Valladolid, el de hoy en La Toja y el “finde” valenciano, el Presidente se mide entre “el ahora o nunca” que algunos le susurran al oído o la máxima vaticana según la cual “lo urgente es esperar”. Esperaría entonces quizá  a la primavera para no tener que enfrentarse al general invierno, napoleónico enemigo que por estas tierras tiene sus efectos sobre la gente a la hora de salir de casa.
La supuesta deserción de parte del grupo parlamentario de Ciudadanos sería el siguiente hito, pero ya para entonces la primavera traería otras floraciones y nuevas alergias cuyo tratamiento no siempre es sencillo. Así que, una vez ya fuera de la zona de confort del pacto, Mañueco tiene que deshojar el trébol del invierno, la primavera o agotar mandato.
Es de lamentar que estas discusiones bizantinas disfracen el bosque de la gobernanza, prioridad de los gobiernos que suele decaer cuando asola la galbana del futuro incierto. La política sigue siendo el instrumento del gobierno y no el objetivo del gobernante, pero lamentablemente la tendencia a perpetuarse suele subordinar los fines a los medios. El presidente encara una disyuntiva para que la que no ha sido entrenado: la gente de matices suele tener problemas para elegir rotundamente entre el blanco y el negro. Y Mañueco siempre ha sido una persona moderada y de matices.