Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


El increíble hombre menguante

15/07/2022

Cuando has leído Camino de servidumbre de Hayek y te dejas llevar por su reflexión piensas que, desde un punto de vista intelectual, poco te queda por conocer. Esta rigidez mental es propia de los comunistas, cuyo acervo cultural es estático al entender que las motivaciones humanas son lineales. Es inevitable sonreír con ternura ante cualquier texto de Sigmund Freud, porque nadie ha hablado con más claridad de sus miedos intentando que fuesen los de los demás.

No digo que haya sufrido una epifanía, pero Lo pequeño es bello de E. F. Schumacher escrito en 1971 me ha dejado tocado. Me recuerda vagamente a No quemes este libro de Andy Rubin, porque en ambos lees cosas con las que no coincides, pero te obligan a reflexionar.

Sorprendentemente el paso del tiempo no ha desfasado la mayoría de las ideas de Schumacher; más bien parece revalidar sus teorías. Incluso un podemita de nuevo cuño se emocionaría con gran parte de lo escrito, pero se irritaría al detectar que otras ideas que argumenta el escritor le producen repulsión. Insiste en la contradicción intelectual de los urbanistas ecologistas que pretenden defender el medio ambiente sin vivir en el campo; cosa que un agricultor o ganadero preserva por puro interés y conocimiento práctico.

Lo más interesante con mucho del libro es su ataque al impulso de juzgar todas las acciones humanas desde un cálculo económico o de rentabilidad. Este corsé mental nos impide luchar contra la pobreza o frenar el éxodo a las ciudades. Nos introduce en una dinámica inevitable y dicho fatalismo desencadena en un populismo barato. No limitemos dicho concepto a un solo partido, sino a cualquier argumento nostálgico sobre el pasado o a una respuesta simplista sobre un problema complejo.

En Occidente hemos elevado el cinismo hasta convertirlo en la opción de los inteligentes. Todas las personas que se mueven exclusivamente por el interés propio son auténticas porque son honestas. Los sentimientos son la única brújula vital correcta al proteger nuestra coherencia emocional.

Irónicamente, esta actitud nos impide mirar la historia con perspectiva. Somos incapaces de aprender de gente más capacitada que nosotros por ser personajes de su tiempo. Nos hemos transformado en conservadores de mitos sin capacidad para agradecer el esfuerzo ajeno y desinteresado de los demás. Los sacrificios humanos a los dioses era una aberración y su prohibición por Hernán Cortés no fue un genocidio cultural.