El pasado sábado, en Palencia, Juan Vicente Herrera recomendó más humildad a las gentes del PP. A su juicio, “algunos” (no dio nombres, ni siquiera indicios) han pecado de soberbia. Sus advertencias y consejos se produjeron tras una llamada a la autocrítica varias veces repetida. No estorban, ni mucho menos, estas reflexiones-peticiones, pero quizás lleguen demasiado tarde (para “algunos”, no para todos, claro). Más de 30 años de mayorías y dominio abrumador, salvo contadas excepciones, en las Cortes regionales, las diputaciones y los ayuntamientos hicieron creer a muchos populares que podían hacer lo que les viniera en gana porque eran invencibles, o porque el personal tragaba con todo, o porque no tenían rivales de enjundia. Y sí, hicieron lo que les vino en gana en aspectos donde su gestión ha sido, y es, manifiestamente mejorable. Y, sobre todo, ha habido años y años, lustros y lustros, en los que esa autocrítica que reclamaba Herrera era tan desconocida como los aviones en la Edad del Hierro. ¿Recuerdan aquella famosa sentencia de España va bien y Castilla y León, mejor, por encima de la media? Bueno, pues a “algunos” todavía no se les ha caído de la boca ni del pensamiento. Siguen sin reconocer fallos, continúan sacando pecho pese a que esta tierra ha perdido población hasta el punto de que ahora elegimos tres procuradores menos que cuando, en 1983, se inició la andadura autonómica. ¿Es para estar orgullosos?, ¿es para permanecer subidos a ese pedestal de soberbia que censuraba, aunque casi de pasada, el todavía presidente de la Junta? Pienso que no. Sin embargo, oigo a “algún” candidato presumir de la creación de empleo (así, en abstracto) y de lo mucho que han hecho los gobiernos del PP por los jóvenes. Alucino. Miro alrededor y veo a casi todos los hijos de los amigos en Madrid. Miro alrededor y veo pueblos deshabitados y envejecidos. ¿Vivimos en la misma tierra? Humildad, soberbia. ¿Le harán caso a Herrera los suyos?, ¿no lo pudo avisar antes y poner remedio?