Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Tensión

05/09/2019

Mientras, de modo intolerable, el politiqueo patrio se instala en un debate delicuescente, naif, impropio de su alta responsabilidad, dos sectores de actividad, la banca y la automoción, contienen la respiración. La hipótesis de que la actual desaceleración desemboque en una crisis mantiene en vilo a ambos sectores de la economía. Ambos tienen además una potente repercusión sobre la economía y el estado de ánimo de la comunidad.
Las cosas no van bien pero podrían ser corregidas a poco que se tomaran medidas apropiadas. O sencillamente, se tomaran medidas. Los vehículos pasan su calvario por un fallo multiorgánico para el que la puntilla están siendo las medidas precautorias que la gente adopta sobre el consumo dada la poca visibilidad del horizonte. Por su parte, los bancos caen en la falta de márgenes, el cambio de negocio, la parálisis de la inversión producto del ‘impasse’ político y la revolución digital.
La construcción sufre, el comercio padece, los jóvenes ven incertidumbre y todo indica que nos estamos abocando a uno de esos testarazos que dejan huella cuando muchos sectores de actividad aún sufren las consecuencias de la crisis anterior en forma de bajos sueldos y cierta desconfianza.
Los datos de empleo de agosto son preocupantes. Lo relevante son las tendencias, claro, y tendremos que corroborarlos en un sentido u otro próximamente. Pero conviene que tomemos conciencia de la situación y que dejemos de una vez por todas los juegos florales de la política vacua: unos, por protagonistas; otros, por cronistas y otros por sufridos perjudicados, lo cierto es que este teatrillo lleva camino de salirnos por un ojo de la cara.