Alfonso González Mozo

PLAZA MAYOR

Alfonso González Mozo

Periodista


El juego de las reclamaciones

01/10/2022

Hace no tanto, cuando alguien tenía que 'relacionarse' con la administración o con alguna compañía no había otra que irse de ventanillas. Colas en Hacienda, colas para el pago de una multa, colas en el banco, colas hasta para coger número para ir al médico... Colas de otro tiempo, uno en el que todo se hacía a través de una ventanilla, hablando con una persona que, al otro lado del cristal, se convertía en todopoderosa; de su (buena o mala) voluntad dependía gran parte del éxito de la encomienda.
Ahora, en cambio, las ventanillas se han vuelto virtuales. Ya no existe ningún cristal y las quejas se ponen por teléfono, por correo electrónico, a través de formularios web y hasta por Whatsapp. La atención al cliente es casi exclusivamente online y las compañías juegan con esa baza para evitar que las colas de clientes cabreados que generarían diesen la vuelta al mundo. Porque hay muchas veces que da la sensación de que se han inventado una especie de 'juego de las reclamaciones' al que obligan a participar al consumidor de a pie, con sus continuas modificaciones en unos contratos que antes eran prácticamente papel lacrado.
Bancos que no tienen reparos en cambiar unilateralmente las condiciones, de un día para otro, y pasando de premiarte con unos euritos por dejarles guardar tus ahorrillos, a cobrarte hasta por hacer un ingreso si no lo efectúas tu solito en el cajero.
Compañías de telefonía que solo aplican los descuentos en sus tarifas a los que llamen, bajen media docena de santos del cielo y amenacen (con la mayor vehemencia posible) al operador con irse a otra compañía; como si él no estuviera deseando hacer lo mismo... Nunca hay premio para el cliente fiel y que no da guerra.
Tarifas de suministros energéticos básicos que se multiplican por cuatro de un mes para otro, sin más explicación que un 'simpático' correo electrónico en el que te hablan de las «variaciones del mercado» y te dicen que lo que tenías firmado no vale un carajo, que el precio ha subido y que hay nuevas tarifas. Y que ajo y agua. Y punto.
Y tú, como un pelele, de peregrinaje virtual por esas nuevas ventanillas en las que nunca te dirán que te reducen la factura porque las variaciones del mercado son a la baja o como premio por tu fidelidad.

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