Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


El accidente del futbolista

13/12/2021

Sigo con habitualidad la trayectoria del equipo de fútbol del Real Valladolid, y debo reconocer que ese joven ecuatoriano implicado en el accidente nocturno de automóvil hace unos días es un buen futbolista. Y lo digo con algo de retranca, precisamente porque en algunos de los comentarios que escuché parecía como si su condición de futbolista prometedor sirviera de argumento para quitar hierro a lo ocurrido, o para minimizar sus efectos. Al fin y al cabo, un joven al que hay que dar una segunda oportunidad, de modo que no vuelva a repetirse; quién no ha tenido alguna vez en su vida un episodio de inconsciencia juvenil; no debería el muchacho verse dificultado en su progresión futbolística, ni verse privado el equipo de su aportación, tan interesante para los objetivos deportivos. Pelillos a la mar, petición de disculpas, y ya veremos.

La narración de los hechos no puede ser más reveladora: tasa de alcoholemia casi triplicada, conducción por carril indebido, exceso de velocidad, más que probable salto de semáforo en rojo. La fuerza del impacto, sin síntoma alguno de frenada previa, queda bien reflejada en los desperfectos del propio vehículo y en todo lo que se llevó por delante: el taxi ocupado, el semáforo de la esquina, el escaparate de la tienda de enfrente. Claro que pudo ser peor, pero ahí entra ya la pura casualidad y la suerte. Así que hablo de accidente, con retranca, cuando es muy probable, vistas las circunstancias y con toda la cautela que requieren las calificaciones jurídicas, que pueda hablarse de un delito cometido a altas horas de la madrugada y con unas cuantas agravantes.

Por supuesto que serán los jueces, en última instancia, quienes hagan la calificación teniendo en cuenta las pruebas, quienes valoren los hechos y quienes, en su caso, impongan las sanciones que procedan. Pero como somos muy dados a culpar o a exculpar por anticipado, según cuadre, me limito a decir que su condición de joven futbolista útil y prometedor no es ninguna atenuante; ni lo es jurídicamente, ni debe serlo mediáticamente. La propia imagen de sus compañeros recibiéndolo al día siguiente en jolgorio, como si fuera el chico travieso que llega tarde al entreno, tampoco ayuda a hacer evidente la gravedad del suceso. Si se tratara de un cargo público, por ejemplo, se hubiera pedido su dimisión con toda lógica. No pido tanto; simplemente que no nos caiga simpático el joven futbolista después de lo ocurrido, incluso si mete un gol en el próximo partido.

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