Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


La hora de la verdad

06/02/2020

La situación de la economía española, al menos en lo estadístico, no está del todo mal, pero parece que del empleo no se puede decir lo mismo. Los datos de enero han sido particularmente malos, mucha pérdida de afiliaciones, algunas regiones que ya no crean prácticamente empleo. En general el ritmo de creación de puestos de trabajo es menor del que era.

Tras meses de colapso político, ocurre lo que hemos venido advirtiendo en atención a lo que muchos expertos venían diciendo: que estas porfías políticas serían muy entretenidas en la medida que el relato desabrido y frentista suele ser estimulante para el público de los coliseos a la romana. Pero estaba cantado que estos maulas perdían el tiempo a cuenta de nuestros impuestos y los problemas, lejos de resolverse, se incrementaban.

De modo que el ciclo ha ido madurando y ahora nos encontramos con que la confianza empieza a escasear. Y la confianza es la materia prima de la inversión. Y sin inversión no hay empleo. Este es el problema uno. Y añadimos el problema dos, que es que la modernidad está trayendo nuevas figuras de empleabilidad que o se saben interpretar o se pierde el caballo y el caballero; el problema número tres, el de que el empleo es una especie de meretriz a la que se le da un uso inadecuado. Unos, para recaudar (empleo impositivo) y otros para deflactar lo que ya no puede hacerse con la moneda.

Conclusión: anda la aeronave con una rueda del tren de aterrizaje peor que pinchada y anda el personal pendiente del comandante Sánchez, para ver si es capaz de trasladar confianza al pasaje y de aterrizar el aparato de modo adecuado y evitar más daños. El empleo es la clave. Ahí se juega la economía la partida y el gobierno su propio futuro. Y el nuestro.