Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Illa y la paradoja

29/01/2021

La pregunta asalta estos días a muchos españoles: ¿Tan bueno ha sido Illa como ministro de Sanidad? Alguien llegado de fuera, con total desconocimiento de España, diría que sí al escuchar el ruido de los últimos días. No entendería de otro modo la unanimidad de los partidos políticos al recriminarle a Pedro Sánchez que haya decidido su relevo al frente de la Sanidad en un momento crítico de la pandemia, precisamente cuando son más necesarios los mejores. Por afear la conducta del presidente de España, que es el objetivo primordial, indirectamente sus críticos propician revalorizar la imagen del ahora candidato socialista a Presidencia de la Generalitat, al que parecen considerar insustituible. Y también lo contrario. Difícil ejercicio de funambulismo en el que se mueven todos los partidos políticos, porque al tiempo que lo juzgan como insustituible, vilipendian su gestión al frente de Sanidad. Paradigmática ha sido la aparente contradicción del Partido Popular, para quien Illa ha sido «el peor ministro de la Sanidad» y, a la vez, un irresponsable por «abandonar el barco». Uno pensaría que de la marcha del peor solo pueden derivarse positivas consecuencias. En política no. La mayoría de los partidos han utilizado el mismo símil del capitán que abandona el barco cuando más arrecia la zozobra, grave irresponsabilidad porque ninguno encuentra en el relevo mejoría alguna en la gestión. La unanimidad en la crítica posiblemente desgaste a Sánchez, pero es obvio que en la misma medida revaloriza a Illa y le convierte en el referente más sólido frente al independentismo radical de Cataluña.
La estrategia política es la ciencia que tiene como objetivo alcanzar el poder, en la práctica con independencia de si los caminos a recorrer mejoran la situación social de los ciudadanos a los que se promete beneficiar. Primero el poder a cualquier precio, como decía aquel presidente, solo así es posible hacer lo que pretendemos. Por eso ninguna otra actividad humana conlleva tantas paradojas como la política. Expresiones aparentemente contrarias a la lógica, destreza en el pensar una cosa, decir la contraria y exigir lo perjudicial o más inconveniente, aquello que desgasta al adversario.