Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


¡Ahora!

04/06/2020

'War room' ha llamado el BBVA a la célula de crisis con la que ha gestionado el teletrabajo y desde donde sigue manejando la operación. Teletrabajo, la taumatúrgica palabra que  esconde un magma de distintas cosas, todas las cuales consisten en: quedarse en casa. Y ahí le han “dao”: será lo mismo tener que conducir kilómetros infinitos, soportar atascos, pagar según qué precios en según qué urbes para llegar al trabajo que poder sacarlo adelante desde el medio rural, desde cualquier ciudad del tamaño de las nuestras o desde cualquiera de nuestros parajes.

Ojo, que en esto se abre una ventana de oportunidad tras esta desgraciada pandemia. Y es que, lo decía la Directora de Telecomunicaciones, Elena Álvarez, que en esta materia hemos avanzado en dos meses lo que en cuatro años. “El teletrabajo vino para quedarse”, sostiene Paloma Rivero, Directora de Función Pública, aunque en este sector hay que hacer una auditoría para averiguar cómo ha ido, dice el Viceconsejero de Transparencia, Fernando Navarro.

Seamos realistas, pensemos en lo imposible. ¿Por qué no? La sociedad del bienestar ha de ser la más eficiente, tanto en lo concerniente al resultado como en la orientación para su consecución. Presencialismo, un mal inherente a viejas prácticas gremiales, largas jornadas laborales, eternamente juntos. Y el ojo del amo…

Dicen que las grandes revoluciones vienen de los cataclismos. Y que el mundo es de los osados. Gran alternativa para la España despoblada: la revolución digital, ése proceso que ha mantenido el mundo girando mientras la gente estaba encerrada. El sueño de miles, trabajar fuera de la gran ciudad, disfrutar de la calidad del trabajo junto a la calidad de vida, es uno de los nuevos retos que tenemos por delante en estas tierras de dentro. ¿Internet? Eso por supuesto, la banda ancha tiene que llegar a todos lados. Pero es más difícil el cambio de mentalidad que el cambio del par de cobre.