Martín Fernández Antolín

La voz del portavoz

Martín Fernández Antolín

Portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Valladolid


Dónde estabas entonces

07/10/2022

Lo he comentado con diferentes interlocutores y el resultado es dudoso. Por eso, aprovecho y les pido opinión también a ustedes: ¿no tienen la extraña sensación de que la preocupación de los políticos por los problemas reales, ésa que hasta el final del verano ocupaba páginas en los periódicos, minutos en las radios y las televisiones y espacio virtual en las redes sociales, se ha transformado por arte de birlibirloque en preocupación por los problemas internos de los partidos y por los que mantienen los políticos entre sí? 
Algunos me dirán que como formo parte de esta zarracina pre-electoral no tengo ninguna legitimidad para opinar, pero, aunque no les falte razón, la autocritica merece la pena siempre que tengamos oportunidad. 
No seré yo quien acuse a nadie de distraerse con cuestiones particulares, pero es necesario definir la relación entre ética y estética dentro de la política. Cuando nos encontramos con que la luz, el gas, la cesta de la compra, la vuelta al cole… se han encarecido hasta resultar limitadoras para muchas familias, resulta falto de toda ética y estética que lo que se traslade a la opinión pública desde la clase política sea la bronca tabernaria y el onfalismo político, el arte de mirarse el ombligo asumiendo que el universo gira a su alrededor. 
No es ya el fondo, son también las formas; ahora que habíamos conseguido que fueran parte de nuestro vocabulario expresiones que aluden a la atención al cliente, al paciente, al ciudadano o al alumno, ¿no sería bueno que lo tuviéramos en cuenta para tratar estas faltas de atención de la clase política a la sociedad en cuanto se les cruzan sus propios intereses? Sé que esa atención sigue ahí, pero no basta con que lo sepa yo; quien tiene que saberlo es la ciudadanía, a la que se le resta atención porque un exabrupto en las Cortes nacionales o autonómicas o una boutade en el Ayuntamiento tienen más recorrido que hacer visibles las dificultades que encuentra una familia para llegar a fin de mes; por eso, ante la disyuntiva de un comportamiento estético y otro sólo estetizado, tenemos la obligación de optar por el primero.
No hay nada que resulte más reconfortante que el sentirse escuchado y, por qué no, respetado. Si la clase política fuéramos capaces de separarnos de nuestros egos, personales y de partido, nos centrásemos en lo que preocupa a los vecinos, y no fueran ellos los que se preocupan por nosotros, no correríamos el riesgo de que recordasen los acordes iniciales de la Insurrección de El último de la fila.