Imelda Rodríguez

Punto cardinal

Imelda Rodríguez

Especialista en Educación, Comunicación Política y Liderazgo


La claridad que nos salva

10/03/2023

Más de un millón de visualizaciones en tiempo récord. Eso es lo que ha conseguido el vídeo de José Rojo, más conocido como Pacheta, entrenador del Real Valladolid. Y lo más ilusionante es saber que estaba hablando de liderazgo. Ese liderazgo que tantos políticos, partidos o instituciones se afanan por construir, intentando crear marcas imposibles de creer porque no hay ni un ápice de verdad en lo que tratan de transmitir. Con Pacheta ocurrió justo lo contrario. Ayudó al defensa Javi Sánchez a evitar la desazón que le producía tener que elegir entre jugar un partido decisivo o asistir al nacimiento de su hijo. Pacheta contribuyó a que viera con nitidez. Sin imponer nada. Solo abriendo la jaula de sus miedos. Y luego lo explicó en rueda de prensa con la sencillez que le caracteriza. No tengo dudas de que tener claras las prioridades de la vida nos hace más valientes, más fuertes y más brillantes. Pacheta lo contó sin darlo ninguna importancia, porque para él está dentro de la normalidad de quienes poseen una visión influyente. Hablo de esos líderes capaces de transformar sin alardear. Nadie puede dudar que Javi Sánchez ya no saldrá al campo igual que lo había hecho hasta ese momento. Porque ahora será capaz de tomar decisiones con mayor rapidez y precisión. Eso es lo que ha aprendido de Pacheta a golpe de vida. Me parece una historia tremendamente útil sobre el valor de la autenticidad (menudo regalazo para la marca de Valladolid). Un relato que utiliza la anécdota para construir y no para destruir (algo que vemos demasiado a menudo en el campo de batalla político). Palabras que son una especie de aviso a navegantes para todas las organizaciones. Palabras que gritan a los cuatro vientos que no hay nada más poderoso que cuidar a las personas. Eso es lo que ha hecho Pacheta con este futbolista y con todo el equipo, hasta incluso con cada uno de nosotros, porque ha generado una tremenda red de positividad que multiplicará su pasión y su rendimiento en el campo. Necesitamos más líderes así, de los que convierten permanentemente los muros en peldaños.
Decía el filósofo Jean-Paul Sartre que quien es auténtico asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es. Ahí está la clave. En el espacio de libertad para tomar decisiones que dejan los que lideran desde la autenticidad. O sea, los grandes. Lo mismo que ha hecho Pacheta lo hizo antes el histórico entrenador de baloncesto Pablo Laso o, sin salir de este deporte, el actual entrenador del FC Barcelona, Sarunas Jasikevicius. Los tres trabajan sobre la misma materia prima: la humildad, la coherencia y el sentido común. Es la base ideal del liderazgo porque triplica la motivación del equipo, ayuda a resolver eficazmente la presión y a afinar sus capacidades para que jamás deje de crecer su talento.  Pacheta, Laso y Jasikevicius tienen tras de sí una trayectoria profesional repleta de valores auténticos, impulsando a sus jugadores a confiar en sí mismos. Y, sobre todo, a ver con claridad, a discernir, a tomar decisiones reconociendo lo importante entre tanta superficialidad. Por eso hacen que sucedan cosas impresionantes a su alrededor. Ahora, que estamos en plena campaña electoral, advierto los virajes forzados que están haciendo algunas candidatas y candidatos por mostrarse creíbles. No funcionará. No se puede comunicar lo que no existe, no se puede transmitir lo que no es verdadero. Idealizar a la imagen política es el mayor error estratégico que pueden cometer para ganarse el favor de la ciudadanía. Los líderes influyentes son un símbolo de ilusión permanente sin necesidad de imponer ningún cuento prefabricado, porque llevan tiempo mostrando su valía para hacer que las cosas necesarias ocurran. Son capaces de conseguir que los demás dejen de sentir el temor de caer al vacío. Y ofrecen certezas, una tras otra. Abren las jaulas de ese temor que limita y machaca a tantas personas. Y echan a volar el optimismo para que todos podamos levantar la mirada. Todo lo maravilloso que uno pueda imaginar, resulta en ellos infinito. Llevan dibujado en el rostro el arte de la bondad. Son personas extraordinarias en las que reconocemos los valores que amamos. Por eso confiamos en ellas. Siempre se apartan del ruido que impacta, pero no influye. Por eso (y es algo que recuerdo día y noche a los candidatos a los que asesoro) no hay táctica que pueda imponerse a la credibilidad sin fisuras que desprende una persona buena. Es la única fuerza sólida de poder. Y esto es solo el principio, porque la autenticidad, cada vez, irá a más. Eso nos salvará.