Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


Un acierto

04/06/2020

La Fundación Princesa de Asturias ha concedido el Premio a la Concordia a los sanitarios que han luchado en primera línea contra el Covid 19.

Un más que merecido premio, que honra a quienes lo conceden pero sobre todo honra a la familia sanitaria española. A toda, los grandes profesionales y los que empiezan, enfermeras, auxiliares, celadores, administrativos, los responsables de la atención primaria y los que trabajan en los quirófanos de enormes centros especializados con quirófanos en los que se utiliza la cirugía más avanzada. Los sanitarios españoles se han dejado la vida, literalmente hablando, por salvar la de los demás, han fallecido por el Covid algunos de los médicos más destacados y con reconocimiento mundial.

Médicos y enfermeras ya retirados se presentaban en las puertas de los hospitales para ofrecerse a lo que hiciera falta, otros con el MIR recién aprobado decían estar dispuestos a barrer el suelo si era necesario, hacer camas o trasladar enfermos. Nadie falló a la llamada, y muchos acudieron sin ser llamados. Todo ello sin el material adecuado durante semanas. Sabiendo que arriesgaban la vida, acudían al hospital y a los ambulatorios sin una queja, con mascarillas caseras, viseras hechas con impresoras 3D, bolsas de basura atadas con cordeles para protegerse de alguna manera y pañuelos atados en la cabeza.

Han sido semanas aguantando horas de pie sin una queja, malcomiendo, buscando un rincón en el que descansar un rato. Algunos utilizaron las camas que pusieron a disposición hoteles que quisieron colaborar en la lucha contra la pandemia; los que podían ir a casa, se encerraban a cal y canto sin ver a maridos, mujeres, padres o hijos, para no contaminarlos.

A ellos correspondió también la delicadisima e importantisima tarea de acompañar en sus última horas a los que ya no podían resistir, les cogían la mano que no podía coger un familiar o un amigo, les daban ánimos, escuchaban sus últimas palabras, que prometían trasladar a su gente más querida, ausente. Cuentan historias conmovedoras, y con ellas tranquilizan a quienes se sienten desesperados por no haber estado junto a los suyos a la hora de la muerte.

El jurado de la Fundación Princesa de Asturias que les ha concedido el Premio a la Concordia destaca su actitud heroica y su espíritu de sacrificio. Pero son mucho más que héroes y profesionales capaces de sacrificarse incluso dando su vida por los demás. Durante muchos días, semanas, meses, a las ocho de la tarde recibían el aplauso de millones de españoles, aplauso de agradecimiento y de homenaje. La Fundación se ha sumado a ese aplauso de la mejor manera, concediéndoles el premio. Con toda seguridad, el Campoamor donde resonaron aplausos a Mandela, Arafat, Los Cascos Azules, Hawkings, las misiones del ejército en tierras inhóspitas, de Klerk, Rostropovich, Woody Allen, Gasol y Nadal, Arantxa y Cela, Liz Taylor e Isaac Rabin, se vendrá abajo en octubre cuando suban al escenario los sanitarios del Covid.