Julio Valdeón

A QUEMARROPA

Julio Valdeón

Periodista


Música contra la peste

12/06/2021

Vuelve la música. Vuelven las Noches de San Benito, en Valladolid, donde cuando era un pipiolo le pedí un autógrafo a Rafael Amador, gitano eléctrico, monstruo por bulerías hendrixianas. Ya no estará el alma de Pata Negra, malito desde hace años, pero sí Albert Pla, Carmen París, los Mambo Jambo y el Niño Josele, al que entrevisté un día en Manhattan, luego de un concierto imponente en el Greenwich Village, cuando venía de trabajar con Calamaro y con los Trueba y ponía notas cubistas en las fraguas flamencas. Leó que en Castilla y León han muerto 2 personas en las últimas 24 horas y que la mayoría de los mayores de cincuenta ya están vacunados. Poco a poco nos alejamos del espectro de la enfermedad. Llegó en un caballo negro, al galope desde un mercado de civetas en China. Otros, incluida una agencia de espionaje de EE.UU., teorizan con la hipótesis de que el puto bicho saliera de un laboratorio de máxima seguridad. No fue creado por los científicos, pero podría haberse escurrido entre las batas, los microscopios y las probetas. El nuevo coronavirus mató a cientos de miles, nos condenó a la soledad, desnudo el populismo de nuestros gobiernos y hundió la economía. Incluso provocó la feliz caída de Donald Trump, el presidente que recomendaba inyectarse lejía y apostaba por todas las teorías magufas, cuando los sondeos pronosticaban que volvería a reinar. La primavera y el verano de 2020 fueron de los cementerios. El estío de 2021 seguramente nos cogerá con los deberes a medio rematar. Aunque los especuladores de la izquierda resiliente e inclusiva critiquen los bares, son incapaces de concebirlos como algo más que el lugar donde toman cañas, todavía somos ese país soleado, alegre, de buen yantar y buenos vinos, que seducía a los turistas desde el eje dorsal de la cordillera a las playas con viento donde Paco de Lucía y Camarón contemplaban las olas de África. Somos, también, un país de mil músicas, como recordó hace poco el gran Ariel Rot. Bienvenidas sean las guitarras, cuchillos de luz en las postrimerías de la peste.