Acababa el otoño cuando Mañueco decidió adelantar las elecciones en Castilla y León. Alguien debió terminar de convencerle de que esa maniobra habría de permitirle librarse de Ciudadanos y obtener «una amplia mayoría». Un deseo que sólo vio plasmado en algunos sondeos que, al inicio de la campaña electoral, pintaban al PP rondando los 41 escaños de la mayoría absoluta. El recuento de votos, sin embargo, deparó a Mañueco 31 procuradores y una victoria por los pelos (1,3% más que el PSOE). Juzguen ustedes el éxito de una artimaña cuyo saldo ha sido quedar a merced de Vox.

Ya es primavera en Castilla y León y seguimos sin gobierno, sin presupuestos y sin plan. Siendo los novios primos segundos, al PP le gustaría, como a los reyes católicos, una boda clandestina, pero Vox reclama postín, bula y que Feijóo ejerza de padrino. Quiere su cara en la foto de familia y su firma en el acta. Bien claritas tiene la astilla sus razones para no fiarse del palo.

Entretanto ambos partidos dan por hecho que Castilla y León tiene que esperar. Y que lo hará no sólo con abnegación sino con devoción. ¿Acaso le falló alguna vez Paco, el bajo, al señorito Iván, incluso cojo? Nunca, ¿No? Pues eso. Y si el señorito Juan dice que no hay prisa y el señorito Alfonso asiente, a esperar ¿Estamos?, que bien claro dicen ambos que nuestros problemas no son en realidad nuestros ni suyos, acaso de España (ahora) o del mundo, que se ha vuelto loco.

Así que orden y por partes. Lo primero, la nómina. Lo segundo, la siesta. Lo tercero, el Congreso nacional del PP. Luego, la foto y, finalmente, la caza. Porque pudiendo dedicarse a disparar contra el gobierno de España, ¿Qué necesidad va a haber de remangarse y ponerse a trabajar, una vez asegurado lo primero? Calma, Castilla y León. Y no molestar, que estamos reunidos.

Las altas responsabilidades y las sagradas (ahora no) competencias, también pueden esperar. Que espere la sanidad, por la cual no se van a pelear, ni por el empleo o la hacienda, ni por la educación, ni la dependencia, ni los servicios sociales. A la hora de currar, al menos Ciudadanos levantaba la mano. PP y Vox no discutirán por la gestión, se sacarán los ojos por el escaparate, por ver quién tapa más la cristalera con sus carteles de rebajas y a correr, o a cazar. ¿Qué prisa van a tener?