Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Una especie de frágil memoria

20/05/2020

La insensatez, que se sepa, no está prescrita por ningún facultativo, pero en este rumbo a lo desconocido, en el que todo es susceptible de cambiar, hay algunas actitudes muy descorazonadoras. Nos engañan como a chinos, ¡perdón!, como a españoles habría que decir, cuando aún el dolor de miles de familias no encuentra consuelo. Escucho hablar a políticos como si estuvieran en posesión de la verdad absoluta, con sus palabras palíndromos, esas que dicen exactamente lo mismo si las lees de izquierda a derecha que al revés. Quizá deberíamos ir todos con los brazos en cruz, no solo ya por cumplir con la distancia social, sino por purgar de paso las culpas de una sociedad construida a base de nuestras propias hipocresías. Como simples gregarios de una manada, aplaudimos desde balcones y ventanas o, con el mismo desparpajo, bajamos a la calle con sartenes y cazuelas. Somos así, porque tendemos a comportarnos como miembros una especie amenazada. A lo mejor, por desgracia, todo forma parte de la tormenta perfecta para darnos cuenta, por fin, de que lo que ocurre en el mundo es consecuencia directa de nuestros actos individuales y ahora nos toca dejar de rascarnos el ombligo, cual chimpancé en la rama.

Supongo que este tiempo tan extraño acabará pasando, como lamentablemente no recordaremos muchas de las lecciones aprendidas. Somos carne del olvido y reaccionamos mal ante los nuevos modelos de convivencia. Apuesto a que seguiremos necesitando, como el respirar, de esos líderes de cartón envueltos en siglas e ideologías para alimentar nuestra indulgencia colectiva. Toda una paradoja, en efecto, pero corremos el riesgo de disculpar los continuos bandazos de un gobierno bicéfalo, como de soslayar la insultante inmodestia de esos próceres de la cosa pública que dicen representarnos por el simple hecho de sentarse literalmente en un escaño.

Somos, como digo, una especie de frágil memoria. Pero también esa fragilidad puede romperse en la medida en que aumenten los cierres de empresas, las cifras del paro, las colas ante la beneficencia y las denuncias en los juzgados. Porque tanta insensatez no puede ser normal.