Julio Valdeón

A QUEMARROPA

Julio Valdeón

Periodista


No hay como el miedo

24/09/2021

El periódico titula que Valladolid vuelve a la ‘normalidad’ con 50.000 personas aún sin vacunar. Me interesa el uso de las comillas simples. Presupone, entre otras cosas, que esto no es ni remotamente la normalidad que conocíamos y que 50.000 sujetos sin vacunar aún ponen más difícil la conquista de la vida corriente. Bueno, lo admito, no habrá normalidad mientras el virus circule raudo entre nosotros. También conviene asumir que 50.000 supersticiosos, para una población de casi 300.000 habitantes, resulta poco ambiciosa. Hablamos de ? del censo, lo cual nos sitúa en los porcentajes habituales que recauda el voto magufo. Incluso parece poco: en las últimas elecciones generales Vox cosechó 56.110 papeletas y Podemos 33.938. La suma de ambas nos sitúa en el 29% del electorado. Con lo que podemos afirmar que uno de cada tres vallisoletanos con derecho al voto opta por formaciones tóxicas. Reactivas a la realidad, la ciencia y el progreso. Ensimismadas en la contemplación en el espejo de sus paranoias, fantasmagorías y mitos. Fascinadas por una serie de anhelos utópicos que, ay, nunca comprenden la prospección sincera del presente ni la defensa de los consensos liberales. De ahí que compartan el aborrecimiento por Europa, que unos tachan de los mercaderes y otros rajan de los globalistas, pero tanto da, así como su fe en las apuestas emocionales y la fascinación por las conjuras y las conspiraciones. Tampoco descarto que entre esos 50.000 haya gente que llegó tarde a vacunarse y tuvo que pedir nueva cita, otros a los que aún no llamaron y unos cuantos más que no pudieron por haber sufrido el virus previamente. Del resto poco puedo añadir. Excepto que quizá deberíamos de plantear la posibilidad de excluir a los no vacunados por voluntad propia de todos aquellos espacios susceptibles de propagar el bicho. Incluidos los puestos de trabajo y los lugares de ocio, restaurantes, bares, etc. Eso o cobrarles por el tratamiento, en el (triste) caso de enfermar. O por decirlo con mi abuela, no hay como el miedo allí donde no hay vergüenza.