Martín Fernández Antolín

La voz del portavoz

Martín Fernández Antolín

Portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Valladolid


Winter is coming

02/09/2022

Dejamos atrás el tórrido verano y, cuando creíamos que regresábamos a nuestras vidas, a nuestros horarios, a nuestras rutinas, este septiembre nos presenta un escenario tan cambiante que es difícil encontrar en él esas rutinas, esos horarios; casi nos cuesta hasta recuperar esas vidas que eran las nuestras. Es tan difícil saber dónde se han ido esas costumbres en las que nos apoyábamos antes de verano que necesitamos fabricar de nuevo y gradualmente unas redes de seguridad que nos permitan afrontar con una estabilidad mínima un otoño y un invierno que podemos augurar heladores en las economías familiares y en lo climatológico y calientes, si no ardientes, en lo político y en lo social. 
Desde luego, nada más lejos de mi intención hacer de Casandra ni jugar con la venida del apocalipsis, pero sí que creo que falta hablar de cautelas, de tiempos difíciles y de sacrificios, aunque resulte incómodo y aunque en esta sociedad por la que apostamos estas palabras restallen como una bofetada en la mejilla. Falta, entre otras razones, porque si hemos llegado hasta aquí es porque todos habíamos decidido obviar lo que ya se intuía: que aquella burbuja que queríamos que fuera sólo financiera o inmobiliaria era, en realidad, una burbuja de bienestar, de satisfacción y de autoindulgencia. Lógicamente, al estallar esa burbuja por circunstancias de todo tipo, algunas de ellas impredecibles, esos asideros que queríamos creer firmes y permanentes hasta antes de verano han saltado por los aires y nos han dejado intentando encontrar algo que ya ha desaparecido y que no volverá, al menos, no con la misma cara. 
Dicho esto, es muy lamentable que la clase política, tanto gobernante como no, hayamos callado, algunos con el interés de mantener las pruebas ocultas para que la evidencia no les delatara, otros apremiados por lo urgente y olvidando lo importante. Somos responsables de no haber retirado el velo al misterio cuando era más necesario para adoptar cuanto antes medidas, políticas, que vinieran a reemplazar a los referentes perdidos para unas cuantas generaciones futuras.
Pero más lamentable aún es que se sigan escuchando voces que niegan lo que ya no se puede esconder más, voces que, a la vez que mandaban a hacer puñetas a quienes recordaban la inminencia, si no la inmanencia, de una crisis, nos animaban a disfrutar del verano; porque es verdad que para algunos es mejor que permanezcamos adormecidos por una falsa sensación de seguridad y, en nuestro caso, por la canícula del ferragosto pucelano a que podamos exigir a los negacionistas de uno y otro lado, de un color y otro, que se remanguen y se pongan a trabajar -cabría aquí decir que se quiten la corbata, pero no lo voy a hacer, porque ya nos la hemos quitado todos, ¿no?-, que nos hablen con claridad y nos digan qué planes tienen para este otoño y para este invierno, pero, sobre todo, para el otoño y el invierno eterno al que parecen querer condenar a los más jóvenes, a los más desfavorecidos, a los que no pueden afrontar que, sí, por desgracia, Winter is coming.

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