Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Una tregua

09/06/2020

Es la propuesta más sensata que he escuchado en los últimos tiempos. La hizo el eurodiputado de Ciudadanos (Cs) Luis Garicano en su comparecencia, el viernes pasado, en la llamada Comisión para la Reconstrucción, en el Congreso. Y es sencilla, muy sencilla. Simplemente, pidió una «tregua política» de seis meses para diseñar «entre todos» la citada reconstrucción pospandemia. Partió de la base de que serán necesarias reformas de calado y que habrá que acometerlas con fondos propios y, especialmente, con dinero europeo, que llegará para eso, para levantar la economía y el empleo que el virus ha machacado. No lo dijo exactamente así, pero Garicano dejó claro que con la división actual, con la crispación, con la incapacidad para llegar a acuerdos serios y duraderos no vamos a ninguna parte. Hasta la comparecencia del eurodiputado vallisoletano y reconocido economista, las sesiones de la Comisión para la Reconstrucción más bien parecían las del Desacuerdo para la Destrucción. Solo se oyeron insultos, menciones al pasado de unos u otros. Ni una propuesta sobre la que debatir. No faltaba ya quien pedía que, vista su inutilidad, se cerrara o se aplazaran sine die las reuniones. Pero en estas llegó Garicano y dio un ejemplo de sensatez: tregua de seis meses, nos olvidamos de reproches y ganas de tumbar cuanto antes al Gobierno y nos ponemos a discutir qué es lo que más le conviene a España para salir de esta. Y lo hacemos con cifras encima de la mesa. Es decir, cuando nos llegue el dinero de Europa tenemos que saber cómo lo vamos a invertir, en qué se va a gastar, qué sectores serán prioritarios. En definitiva, un plan meditado, estudiado y pactado. Aunque la urgencia sea mucha, seis meses, medio año, parece un plazo razonable para poner en marcha las medidas imprescindible. Y para hacerlo «entre todos», sin broncas, sin patadas en las espinillas, sin aplicar aquello de «cuanto peor, mejor, que ya pescaré yo en río revuelto». No parece difícil, pero falta un pequeño detalle: ¿habrá voluntad política para aceptar la tregua y firmar un armisticio? Veremos.