Editorial

Sri Lanka: El radicalismo se ceba con el cristianismo

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Tras los sangrientos acontecimientos del Domingo de Resurrección en Sri Lanka, con unos 300 muertos y 500 heridos en un ataque terrorista sin precedentes, y las réplicas de ayer ante templos cristianos y hoteles de lujo, las alarmas volvieron a saltar ante el temor a un recrudecimiento de la guerra sin cuartel que hace años iniciaron Estado Islámico y otros grupos yihadistas.

En el caso de la antigua Ceilán -país que vivió una terrible guerra civil-, su Gobierno avanzó ayer que un grupo islamista local que se hace llamar National Thowheeth Jama’ath (NTJ) podría estar detrás de los atentados. Es más, se investigan presuntos lazos entre esta organización y otros grupos extranjeros. Diversos medios y expertos de la India ya habían apuntado que el grupo Thowheed Jama’ath, que presuntamente cuenta entre sus filas con combatientes yihadistas que han vuelto de Siria, estaría detrás de la matanza.

No es ninguna novedad que los cristianos sean objetivo prioritario de los radicales islamistas, y menos en fechas tan señaladas como la Semana Santa. Haciendo un repaso somero, el 9 de abril de 2017, Domingo de Ramos, unos atentados perpetrados por dos kamikazes y reivindicados por Estado Islámico causaron 45 muertos en dos iglesias coptas del norte de Egipto, en Tanta y en Alejandría. Un año antes, el 27 de marzo de 2016, 75 personas, incluidos numerosos niños, fallecieron y cientos resultaron heridas por un atentado suicida en un parque de Lahore, la gran ciudad del este de Pakistán, donde los cristianos celebraban las Fiestas de Pascua.

Por otro lado, el 8 de abril de 2012, decenas de personas murieron en un atentado con coche bomba el Domingo de Pascua cerca de una iglesia en Kaduna, en el norte de Nigeria, región asolada por el grupo islamista Boko Haram.

Y es que los cristianos son perseguidos en muchas partes del mundo. Sin embargo, Asia y África destacan por la cantidad de países que se incluyen entre los más peligrosos para quienes practican esta religión. De hecho, se estima que uno de cada tres cristianos en Asia sufre persecución a nivel alto, muy alto o extremo, mientras que en África se trata de uno de cada seis, según la organización Puertas Abiertas. Así las cosas, no es fácil ser cristiano en numerosas zonas del planeta, pero todavía más complejo resulta en estados como el atacado, Sri Lanka, donde conviven diversas etnias religiosas, aunque la mayoría de su población, cerca del 70%, es budista. El cristianismo, en este país, es una religión muy minoritaria y además está prohibido convertirse al cristianismo.

Lo sucedido en Sri Lanka viene a poner de manifiesto, por un lado, que el yihadismo sigue siendo una amenaza permanente y, por otro, que el radicalismo se ha cebado con el cristianismo.