Óscar Gálvez

CARTA DEL DIRECTOR

Óscar Gálvez


El cáncer es cosa de todos

20/10/2019

El cáncer nunca da tregua, su diagnóstico cae como un jarro de agua fría tanto al paciente como a su entorno. Las únicas buenas noticias que van aparejadas a esta enfermedad proceden desde el campo de la investigación, que no es poco. Porque sí, aunque no se investigue todo lo que sería necesario, lo cierto es que en la trastienda de los hospitales, de las universidades y de muchas empresas privadas hay profesionales que dedican su tiempo de trabajo a investigar fórmulas para hacer más llevadera la vida de aquellos que padecen enfermedades graves. Es el caso del cáncer, aunque no el único. 
Los hospitales Clínico y Río Hortega de Valladolid tienen ocupados a algunos de sus profesionales en esas tareas. En diferentes departamentos de estos centros y también en otro del área de Atención Primaria Este de Valladolid se están desarrollando ahora hasta ocho proyectos de investigación. Y al mismo tiempo, once ensayos clínicos relacionados con tumores de vejiga y pulmón, entre otras patologías. Es decir, hay actividad investigadora y todo tiene sus efectos en la sociedad, por escasa que sea. La pena es que los presupuestos de las administraciones públicas no dediquen más dinero a esta labor. La cuantía de las partidas que se aprueban son frecuentemente insuficientes, causando con ello un perjuicio doble: por un lado, se avanza de manera más lenta en el objetivo de hallar curas a las enfermedades, o al menos en el de mejorar la calidad de vida de quienes las padecen. Por otro, el talento se fuga. Sí, se lamenta mucho que personas formadas en nuestras universidades tengan que salir fuera de España para desarrollar tareas de investigación científica, pero es la consecuencia directa de la escasez de fondos que se dedican a tal fin. Las administraciones deben tomar conciencia de que invertir más en investigación es rentable a largo plazo para el coste de la sanidad. Todos los expertos aseguran que se trata de un dinero que da rendimiento posterior pues un diagnóstico a tiempo tiene un doble efecto, tanto en lo humano como en lo económico: muchos de los pacientes pueden obtener tratamientos menos invasivos que les permite llevar su día a día con más normalidad y la sanidad se ahorra costes que son cuantiosos a medida que la enfermedad avanza. 
Con todo, existe otra inversión en el mundo del cáncer que no se mide en términos económicos pero que resulta tan imprescindible como la investigación. Es la del afecto y la solidaridad, y en ella los españoles podemos tener motivos para la satisfacción. Ha calado en la conciencia de la sociedad y esa palabra tabú de hace una décadas ha pasado a pronunciarse sin causar vergüenza. Su normalización es un éxito colectivo del que las primeras beneficiarias, y activistas, han sido las mujeres. El cáncer de mama es uno de los más comunes y su visibilidad ha conseguido que hablar de esta enfermedad sea algo normal, además de elevar a porcentajes impensables hace apenas dos décadas los índices de participación de las mujeres en los cribados que la sanidad pública ha intensificado de manera decidida en el sistema para la prevención del tumor. Y con el viento a favor, no solo el de mama sino de muchos otros tipos, que todavía precisan de campañas de prevención más efectivas. 
Los vallisoletanos tendrán el próximo fin de semana (día 27) la oportunidad de participar en la marcha solidaria contra el cáncer, un evento al que los organizadores (AECC) tienen previsto que asistan cerca de 60.000 personas, batiendo un nuevo récord. Es la mayor demostración de solidaridad y de compromiso por una causa que a nadie nos resulta ajena, y al mismo tiempo es una oportunidad de contribuir de manera privada a esa tarea de investigación científica, para la que todo el dinero es poco.