Jesús Fonseca

EL BLOC DEL GACETILLERO

Jesús Fonseca

Periodista


Ramas nevadas

14/03/2021

Los ojos del poeta se pierden en lo remoto, en busca del imposible; de inexploradas palabras con las que vencer al tiempo. En pleno atardecer, el viento del verso acaricia su frente, mientras recoge la luz con sus manos. Es uno de los mejores poetas de su generación, esa que incluye a los nacidos en el último tercio del siglo XX. Nestor Mazza, vuelve con un libro que encara lo más importante del vivir con valentía. A nuestro poeta, Le inquietan «las esquinas de la ciudad demente» y se lo cuenta al amor de su vida, para juntos impulsarse hacia adelante, «a través de la gracia y de la suerte». Editado sobriamente por «Punto rojo libros», Ramas nevadas, increpa a Dios, desde el fuego de la carne y sus dentelladas: «Amada, ¿no hay más luz/que aquella de la carne?/en un silencio herido de espejismos». «¿Qué era la verdad, o qué era extravío». El poeta quiere volver al cuerpo que desea, aunque eso no le impida andar «Buscando en la noche caderas cómplices». Pero le puede la obsesión por «regresar a tu aura, a tu aroma,/ hundirme en tu sexo como en un viaje,/ para volver a ser niño sin miedo», a sabiendas de que «en ningún lugar sino en un corazón/reside esa pureza, esa magia», que aleja la muerte, mientras todo aulla alrededor. Algo que poco importa, frente a «la hoguera y la dalia de tu sexo enramada». El poeta cruza la línea que separa lo cierto de lo incierto, para adentrarse en el tiempo de la dicha, la pasión en llamas y la desolación de lo efímero: «Lo sagrado es un aleteo/ de paloma en el aire./ Algo que divisas y ya has perdido». ¿Vale la pena vivir sin «esas caricias que abren mundos» alrededor del deseo y sin entrar en el amor, como en un mar? «Éxtasis sin fin, cinta soberana/ que alumbra los poemas y divide los soles». Con su alma entre las redes del bien y del mal, el poeta camina como en un mar sin orillas, a sabiendas de que el ser amado no le tiene que dar nada porque le quiera. La suya es una «llama de amor viva», que siente correr el amor por sus venas en «soledad sonora». San Juan de la Cruz tenía razón. De rodillas, Nestor Mazza se preguntará, ante lo mortal y caduco, ante la eterna promesa: «sobre tu desnudo volcado en perla./¿Queda algo por hallar?».

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