Vidal Maté

Vidal Maté

Periodista especializado en información agraria


El sector normaliza la oferta

04/04/2020

La situación de alarma decretada por el Gobierno el pasado 14 de marzo se ha traducido en una evolución de la demanda de los productos agrarios como si fuera una montaña rusa. Primero, por el acaparamiento. Mientras que la segunda fase estuvo dominada por una demanda aún por encima de la media del mismo período en el año precedente y, finalmente, un tercer escenario actualmente donde se ha parado el afán impulsivo. Hoy ya se apuesta más por comprar solo lo necesario aunque siga latente el problema del coronavirus y no se alcance a ver el final. El sector agrario y la industria alimentaria ha respondido a la demanda de cada momento.
En el conjunto de los bienes de gran consumo, según los datos manejados por diferentes consultoras, los incrementos llegaron a multiplicarse por tres y por cuatro en algunos de los productos. La empresa Nielsen hablaba de un incremento medio en todos los productos en la primera semana de la declaración de la alarma del 71% para pasar en la segunda semana a solo un 12%.
Los datos manejados por Agricultura estiman que la subida de las ventas en volumen en la primera semana de la crisis ascendió a un 29,8% en relación con el mismo período. De esa cifra, el conjunto de las carnes registraron un incremento medio del 22,8% donde destacó el vacuno con un 31%, seguido del pollo con el 26% y del 19% del porcino. El conjunto de otras carnes lo hacía en un12% mientras en la parte negativa se halla el ovino con un descenso del 15%. Las carnes transformadas aumentaron sus ventas en un 26%. En el capítulo de frutas y hortalizas, las transformadas crecieron un 64%, mientras las hortalizas frescas, incluidas las patatas, lo hicieron en un 18%.
Entre otros productos básicos en la cesta de la compra, la demanda de aceite aumentó un 97%, los huevos en un 39%, la leche y los productos lácteos en un 50%, las harinas y sémolas en un 147%, en un 144% las pastas, un 122% las legumbres, el 158% el arroz, el 83% el azúcar y en un 6,8% los vinos.
Pasada esa primera reacción, el incremento en una segunda etapa se situó ya en un 10, 9% con repuntes más moderados y donde la caída de la demanda más importante siguió siendo el ovino con un 25%. El porcino siguió su ascenso en un 25% a pesar del hundimiento de las ventas de cochinillos, segmento que solo supone aproximadamente 1,3 millones de animales frente a los 50 millones de cerdos que se sacrifican en el conjunto del sector, donde dominan las exportaciones. Un dato significativo es que la demanda de leche en la segunda semana fue igual a los niveles de hace un año, lo que da una idea del acaparamiento de la misma. En el conjunto de los datos sobre incremento de ventas refleja la gran capacidad de la industria alimentaria para dar respuesta a situaciones como la actual.
El desarrollo de esta línea ascendente disparada de la demanda vino determinada como una primera respuesta de la ciudadanía preocupada por los interrogantes que encerraba la crisis del coronavirus y con ello la posibilidad de una limitación de movimientos para las compras. El punto cuando se para esa línea casi en vertical de la demanda estuvo propiciado por la respuesta de un sector agrario a la demanda en volumen, calidad y precio. Una respuesta en la que ha participado igualmente toda la cadena alimentaria para tener llenos los lineales de una distribución desde la grande a la mediana y a la tienda tradicional de cercanía.
Aunque globalmente se puede hablar de casi normalización en la demanda, la realidad es que los resultados van por barrios según el lugar donde se lleva a cabo el consumo, algo en lo que está jugando un papel muy importante el cierre de los restaurantes. 
Según el panel de consumo en 2018, de los 100.000 millones gastados en alimentación, 68.500 corresponden a los hogares y 34.500 a la restauración.
En líneas generales, una parte de las ventas que se llevaban a cabo en la restauración, habrían pasado a su consumo en los hogares. En medios de Agricultura se estima que las ventas en los hogares se habrían incrementado un 30%, aunque en valor solamente supondrían un aumento del 12%. Ventas de lechazo o de cochinillos, vinos caros, no han pasado de la restauración a las mesas de los hogares, por lo que España ha planteado a Bruselas la necesidad de ir a un almacenamiento de canales de este tipo de ovino. 
Sin embargo, en otros sectores como el del vino, la peor parte se la llevan los de mayor precio, mientras que los de precios más bajos aumenta en los hogares. Escenarios como los que se han producido en las últimas semanas son un caldo de cultivo para movimientos especulativos de precios, algo que, en líneas generales no se ha registrado. El departamento de Atocha vigila su evolución en el conjunto de la cadena y no se han observado fuertes cambios sobre su comportamiento en el pasado. 
Entre todos los productos, en la parte negativa, destaca el cordero lechal donde los precios han pasado de 11 euros el kilo a seis. Los pollos mantuvieron sus cotizaciones, los huevos subieron entre un 3% y un 4%. En frutas y hortalizas frescas, la fresa bajó un 11% por sus dificultades para su exportación, mientras el calabacín aumentaba su precio en el pico de la demanda un 153%, un 56% la berenjena, un 24% las habas verdes, un18% el pepino o un 16,9% el pimiento, para luego ajustar los precios.
En conjunto, una vuelta progresiva a la normalidad.