Julio Valdeón

A QUEMARROPA

Julio Valdeón

Periodista


Estado de pánico

01/11/2020

Seis meses de poderes especiales para un presidente de querencias autoritarias, gobernante de un país con los peores índices de mortandad a nivel mundial, son meses de pánico. De miseria y sobre todo nostalgia de un país menos escorado al show monclovita. Quizá más preocupado por cocinar un consenso suficiente y anudar un contrato común mientras ruge la marabunta. Pero de eso nada, guapos. El presidente visitará el Congreso para gustarse. Lo de someterse a examen suena a exotismo danés o privilegio sueco. La oposición seguirá de comparsa. Entre las cabriolas voxistas y la leña al mono de un PP estigmatizado. Liquidado con independencia de cuanto haga o diga. Sánchez, libre de votaciones, puede colar de rondón sus maniobras orquestales con los socios supremacistas. Mientras los presupuestos generales riegan con cientos millones el País Vasco. La igualdad era esto. Mientras la fiscalía pasa de recurrir la sentencia del policía Trapero. Mientras avanzamos cuesta abajo en la rodada rumbo al indulto de quienes en 2017 orquestaron un golpe de Estado. La Constitución establece 15 días para el Estado de Alarma. Los seis meses y sin mayoría absoluta, y el empeño por despreciar la propuesta de Pablo Casado, erosionan de forma salvaje y gratuita los maltrechos ingenios democráticos. Sánchez no podía estudiar el ofrecimiento del principal partido de la oposición: mucho mejor humillarlo. Y luego están las pedrettes. Todo el santo día repitiendo el bulo del santo Simón. Según el cual la emergencia requiere hibernar el legislativo durante medio año. Será que los debates/votaciones restan de eficacia el empeño de los sanitarios o que, en la mejor tradición prochina, los melindres liberales entorpecen nuestro salto adelante. El amable Illa pone carita de niño atrapado en un renuncio y encoge los hombros. El sólo es un ministro de Sanidad, licenciado en filosofía y sin más experiencia laboral que la propia del fiel aparatich, y la pandemia es espeluznante, nuestros derechos fundamentales los regulan en 17 taifas y nadie podía saberlo, chimpúm.