Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


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23/04/2021

El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, adoptó días atrás el modo arenga frente a los empresarios, el método paradigmático que busca sustituir la frustración de los hechos por la excitación de las promesas. «Castilla y León os necesita, es el momento de los valientes, de los mejores», les dijo en el encuentro telemático de la llamada Mesa Empresarial, y les conminó a participar en el reparto de las ayudas europeas post-covid mediante el desarrollo de proyectos empresariales y la creación de empleo.
Esta llamada a la movilización social y económica tenía lugar casi en paralelo al conocimiento de los datos más devastadores de los últimos años. Castilla y León perdió el pasado año más de trece mil habitantes, una sangría con antecedentes y que no se puede imputar únicamente al incremento de la mortalidad por la pandemia. Las cifras reflejan que aumenta el desequilibrio entre regiones y que se agigantan las diferencias entre las provincias de la Comunidad. León lidera el descenso con un tercio de la pérdida demográfica y junto a Zamora y Salamanca suma dos de cada tres habitantes menos.
Tal vez fueran estas cifras las que impulsaron a Mañueco a proclamar la necesidad de «reequilibrar y vertebrar» los territorios de la comunidad y a prometer «criterios transparentes y objetivos» en la aplicación de las ayudas. Los partidos de la oposición salieron en tromba a criticar a la Junta y las organizaciones sociales creyeron haber cumplido, una vez más, reclamando nuevas reuniones para hablar de lo consabido. El representante de Podemos, Pablo Fernández, fue especialmente crítico, hasta el extremo de acusar a la Junta de promover intencionadamente la pérdida de población en las tres provincias del ala oeste, antiguo reino al que calificó de «estercolero» de la Comunidad. Tampoco detalló propuestas. Parecen tiempos de palabrería y no de acción y en ese contexto hay que situar en gran medida las declaraciones políticas. Entre tanto ruido no se escuchan propuestas. A lo peor no existen y en el grito de políticos y representantes sociales se esconda únicamente la ausencia de proyectos y el desierto de las ideas.