LaLiga se divide hoy entre quienes distinguen el pasado del presente y quienes no lo hacen, conscientes de que el escándalo que atañe al Barça es el mayor en la historia de nuestro fútbol y se niegan a hacerlo desaparecer porque un buen porcentaje del pufo haya prescrito. «Juzgar antes de tiempo no es bueno para la sociedad», señaló tranquilo Xavi Hernández, jugador de aquel pasado en que Enríquez Negreira supuestamente ayudaba a que aquel equipo de Guardiola jugase como los ángeles y ganase Ligas (tienes que reírte por no llorar) y entrenador de este presente en que el club busca recuperar parte de esa gloria que se ha ido por el garete. 
No es incompatible estar indignado por el 'caso Negreira' y reconocer que el gol de Raphinha está bien concedido y el del Athletic, bien anulado. Si ha de haber justicia, que la hagan bien: no se pueden compensar supuestos tratos de favor con errores en contra, ya saben, eso de te voy a pitar ahora un penalti en contra porque, presuntamente, te pitaron uno a favor hace 15 años. 
Pero mientras no haya resoluciones en firme, mientras no se demuestren culpabilidades, seguiremos asistiendo a un bochorno en el que -faltaría más- la fuerza mediática de los dos 'gigantes' (Barça y Madrid) está devorando el debate: somos las víctimas, vosotros habéis atracado más que nadie, mira qué tanto os concedieron en el 2012, mira tú este otro de 2009, no me hables tú de robo, el que no tienes que hablar eres tú, pues en tres campeonatos investigados tuvisteis un 33-3 en penaltis, pues Casemiro no recibió ni una roja directa en 222 partidos con vosotros ya lleva dos en 19 partidos en Inglaterra… y en ese punto les falta cruzar un par de insultos ridículos y tirarse de los pelos. Y el resto asistiendo a ese teatro perverso del que siempre salen impunes.