Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


La oposición en Cataluña

17/02/2021

Los partidos independentistas catalanes han comenzado los movimientos para la formación de un gobierno que no suscite ninguna duda sobre las intenciones de avanzar por la vía de la secesión, y de esa forma han comenzado a concretar el cordón sanitario hacia el ganador de las elecciones el socialista Salvador Illa, que tendrá muy difícil cumplir su deseo de presentarse a la investidura, aunque sea para perderla. El candidato de ERC, Pere Aragonès, le va a cortar el paso mediante un acuerdo explícito con el partido de Carles Puigdemont y con un acuerdo del mismo carácter, o implícito, con la CUP.

Este partido antisistema ha sido el primero en traspasar una de sus líneas rojas y está dispuesto a entrar en el Govern, incluso si forma parte de él JxCAT, si se diseña una hoja de ruta secesionista sin dilaciones y si se apuesta por la amnistía. En segundo plano quedan la petición de avanzar en el rescate social y la transición ecológica porque lo que prima para su voto a favor, o su abstención –impensable que sume sus votos al resto de partidos con representación parlamentaria-, es sumarse al viaje secesionista que antepone Aragonés a la gestión de los problemas de una ciudadanía que exige soluciones. De ese modo, el líder vicario de ERC –el auténtico es Oriol Junqueras-, podrá ocupar el despacho real del presidente de la Generalitat.

Con los primeros pasos para la formación del Govern, al vencedor de las elecciones catalanas le corresponde comenzar a preparar su labor de oposición. No lo va a tener fácil Salvador Illa, porque se va a encontrar sometido a un fuego cruzado. Illa es un partidario del diálogo para resolver los conflictos y de abordar el problema catalán sobre la base de ‘pasar página’ de las veleidades del procés y de las dos principales demandas de los independentistas, amnistía y derecho de autodeterminación, que considera directamente imposibles de aceptar.

Su predisposición a que se resuelva la situación de los políticos presos por medio del indulto o la revisión del delito de sedición –operaciones en las que está implicado el Gobierno de la nación- y al restablecimiento de una mesa de diálogo en la que se pueda hablar de todo –“contra el vicio de pedir está la virtud de no dar”, que dice el adagio- puede debilitar su labor de oposición en Cataluña, que además estará condicionada por las relaciones que La Moncloa y ERC mantienen en el Congreso, a expensas de las nuevas órdenes que le lleguen a Gabriel Rufián desde Barcelona, y por las iniciativas de carácter social y progresista que pueda plantear Aragonés, si le queda tiempo para ello.

De esta forma, el PSC como primer partido de la oposición en Cataluña, puede verse abocado a realizar una labor que quede invisibilizada como ocurrió con la de Ciudadanos en la pasada legislatura, o que puede resultar ineficaz por moverse entre dos aguas, solo que en esta ocasión el Parlament cuenta con otro partido, Vox, que tratará de convertirse en la verdadera oposición con gesticulaciones que son siempre más efectistas que las llamadas al diálogo, mientras que el espacio de oposición de Ciudadanos y PP ha quedado aniquilado, y ‘los comunes’ están dispuestos a interpretar el papel de comodín respecto al Govern.