Pablo Álvarez

ZARANDAJAS

Pablo Álvarez

Periodista


Buen camino

17/07/2021

Es Año Santo. Quiere decir que el 25 de julio cae en domingo. A estas alturas debía haber overbooking a la puerta de todos albergues del Camino de Santiago, pero también esto ha quedado tocado y hundido por el bicho.
Durante años fue mi plan de verano. Un tramo del Camino. Diez o doce días de polvo, sudor y charlas. Más me parecía forzar demasiado la máquina. Unas veces comenzaba solo, otras acompañado, pero siempre terminaba rodeado de un grupo de amigos. Compañeros en ese viaje con los que acababas compartiendo confidencias. Personalmente, lo más satisfactorio de esa experiencia era la gente que te encontrabas, los ratos de conversación a la puerta del albergue, las cañas reparadoras y sobre todo los ánimos a la voz de ¡buen camino! que deseabas a cualquiera que te encontraras a tu paso. Sea cual fuera su idioma, esa expresión y una sonrisa, daban fuerzas para avanzar los kilómetros que quedaban hasta el final de la etapa.
Como buen refunfuñón, al llegar a Sarria, desde donde mucha gente comienza su Camino para conseguir la ansiada Compostela siempre me quejaba de la masificación, pero, a decir verdad, creo que es la gente lo que hace grande a esta ruta. Personas llegadas de cualquier lugar del mundo, cada una con nuestra propia pedrada en la cabeza, con los que a lo largo de los kilómetros encontrabas algún vínculo para pegar la hebra un tramo, hasta el próximo bar, hasta el siguiente pueblo, hasta el albergue o hasta la mismísima plaza del Obradoiro.
Siempre me ha hecho gracia la pregunta de si hacía el Camino para encontrarme. Mi respuesta es la misma: «Es mejor que vayas ya encontrado porque si no, lo más posible es que te saltes alguna flecha amarilla y termines haciendo más kilómetros de los previstos». Nunca he sido mucho de introspección.
La mayor enseñanza que me llevo de estas experiencias jacobeas es que la vida te cabe en una mochila. Eso y la capacidad reparadora de una buena siesta.
Siete años hace ya de mi última ruta jacobea. Partí de casa, de Pedrajas de San Esteban, por estas fechas por el Camino de Madrid y recorrí toda la estepa castellana hasta conectar con el Francés. Eché de menos a la gente. Demasiado tiempo solo para mi gusto. Habrá quien lo busque. Yo soy más de ir con en masa y compartir experiencias con otros locos. Porque: «El Camino de Santiago es el mayor manicomio de Europa». Se lo escuché una vez a Julián Campo y coincido plenamente.
En el Camino nos encontraremos.