Imelda Rodríguez

Punto cardinal

Imelda Rodríguez

Especialista en Educación, Comunicación Política y Liderazgo


Contundencia y éxito (Hasta en el amor)

16/02/2020

Amar una cosa es estar empeñado en que exista». Siempre me ha gustado esta reflexión de Ortega y Gasset. Es contundente. Y la contundencia, como el amor, es una gran fuerza centrípeta que provoca el éxito en general. Porque poseer y actuar con contundencia supone hacerlo con claridad, determinación y resolución. Algo a lo que nos aboca también el amor. Imagínense aplicar estos tres criterios a la toma de decisiones políticas o empresariales (poco margen de error se produciría). La contundencia nace de la convicción, se activa con la firmeza y está destinada a provocar bien común. Es, como el amor, una de las corrientes más poderosas que existe. De hecho, distintos estudios ponen de manifiesto que cuando amamos tenemos mayor capacidad de resistencia, positividad y energía. Un prisma eficaz para encarar nuestra misión profesional -y nuestro destino-. La contundencia implica acción desde la inteligencia y, en este tiempo, necesitamos articular la cultura de la lucidez. Que las decisiones que nos afectan a todos se tomen con sensatez, sutileza y perspicacia debería ser, incluso, un derecho constitucional. 
Sin duda alguna, ejercer la responsabilidad implica contundencia. Y la contundencia se manifiesta a través de la acción. Una acción imprescindible para desatascar la inercia que, en ocasiones, bloquea la solución de los problemas esenciales. Con este empeño, esta semana hemos acudido al Ayuntamiento de Medina de Rioseco, en Valladolid, para firmar un convenio de colaboración. Cooperar para innovar. Porque las universidades también somos responsables de movilizarnos frente a la despoblación. Es fundamental que impulsemos actuaciones que contribuyan a dinamizar los entornos rurales de Castilla y León, a través de planes de emprendimiento y transferencia de conocimiento de alto impacto. En este propósito se enmarca uno de los proyectos de investigación, centrado en el patrimonio accesible, que desarrollará un grupo de investigación de la Universidad Europea Miguel de Cervantes. Ser motores de innovación cultural y social es fundamental para nuestros pueblos. Porque sin acción no se puede contrarrestar la despoblación. Ni sin contundencia. La misma que he reclamado siempre para la Educación.
Recientemente, nos hemos reunido en Toledo las rectoras y rectores de las universidades españolas para reflexionar sobre la misión de la universidad en el horizonte 2030. Diseñar la educación superior del futuro supone esbozar las líneas maestras que definirán las nuevas identidades profesionales. Permítanme que apunte tres habilidades decisivas: el manejo de la frustración, la máxima especialización para la colaboración y la pasión desde la vocación. Tres motores de aprendizaje y acción decisivos. Todo ello, aupado por la creatividad, la tecnología o la sostenibilidad. Columnas pedagógicas centrales que, fíjense, coinciden con los elementos clave de la estrategia de Inditex, multinacional española referente. No en vano, su Presidente, Pablo Isla, ha sido designado el consejero delegado de la década, según Forbes. Entre sus habilidades, creer en las personas como el mejor activo de una empresa, «al que hay que impulsar y motivar constantemente para preservar lo más valioso que tiene». Impoluto criterio para propagar una cultura organizacional extraordinaria y necesaria. Contundente y esperanzador. Por eso, educar para inspirar profesionales contundentes es decisivo para la riqueza social. Empeñémonos hasta que suceda. Sin detenernos ni un segundo, caminemos hacia ello, tomándolo como uno de esos confines posibles que describe Julio Cortázar (del que se cumplen en estos días 36 años de su fallecimiento): «Con los horizontes hay que hacer algo más que mirarlos desde lejos; hay que caminar hacia ellos y conquistarlos». Conquistemos ese porvenir con contundencia, así, como se conquista un amor.