Alfonso González Mozo

PLAZA MAYOR

Alfonso González Mozo

Periodista


Volver a casa

19/02/2020

Volver a casa. Volver a casa y ver abierta aquella ventana. Volver a casa y descubrir que alguien ha entrado y ha revuelto todas tus cosas; que ha pisoteado tu intimidad... Volver a casa y asumir que te han robado. Aunque quizá lo del robo sea casi lo de menos, porque poco importa cuál haya sido el botín que se llevaron los ladrones cuando de lo que se trata es de volver a casa y sentir que aquello sigue siendo tu hogar; tu refugio.
Como dice (unas páginas más adelante) Ana, una de las últimas víctimas de las bandas de ladrones de casas, «lo peor de todo es el miedo»: «Han revuelto todos los cajones, que son tus cosas, que casi es lo que más duele», confiesa. Ella es el último ejemplo, pero como ella hay una media de (casi) dos personas cada día en Valladolid que tienen que llamar a la Policía o la Guardia Civil para denunciar que alguien ha entrado en sus casas.
Antes había que temer por que se llevasen la tele o el vídeo, pero ahora no quieren ni una tablet ni un portátil, porque «lo que buscan es dinero en efectivo y, como mucho, joyas que ellos convierten en cash rápidamente», tal como apuntan los investigadores de este tipo de delitos.
Son bandas itinerantes que actúan de un modo casi indiscriminado, de ciudad en ciudad. Asaltan una decena de viviendas y se esfuman con el botín, sea mucho o poco, como ocurrió en el caso de Ana, que afirma que «solo se han llevado un reloj y un par de pendientes de oro». Cosa de poco si no fuese porque era su casa. Su refugio.
Eso es lo más grave del delito, el ataque a la intimidad de un hogar, de una familia que ha sido violentada por la impunidad de unas bandas que –según cuentan los expertos– se mueven por España con libertad durante ese par de años que ellos calculan que tardan en ser juzgados. Cuando el tiempo se les agota, se van del país sin saldar cuentas pendientes con una Justicia y unas Fuerzas de Seguridad encorsetadas por una legislación que resulta demasiado laxa con los robos con fuerza. Lo mismo con estos asaltos a domicilios que con las sustracciones de coches –ahora les ha dado por los Seat León– y posteriores robos en casi cualquier tipo de negocio que viene firmando la banda del BMW. De poco sirve saber quiénes son y por dónde se mueven si no pueden ni detenerlos porque estarían en la calle a los dos días. Y vuelven a casa. También los ‘malos’...