La Mesa por el Futuro de León, constituida esta semana, cabe ser interpretada como un banco de pruebas para Castilla y León. Dos factores definen las buenas expectativas suscitadas: la unidad infrecuente de todas las administraciones, de diferente signo político, y el haber adoptado el método del Diálogo Social como instrumento de trabajo y acción. El tercer factor sustancial, insólito, es la decisión de poner en marcha una agencia técnica y no política para el desarrollo posterior del plan, con un gestor de prestigio reconocido y de consenso. La agencia coordinará todos los fondos, canalizará las inversiones y valorará las opciones de negocio. Hay un mes de plazo para ponerle nombre al coordinador.
El preocupante descenso demográfico de la provincia de León, en paralelo al cierre total de la minería del carbón y de la clausura inminente de las centrales térmicas, provocó una masiva manifestación convocada por los sindicatos y que los políticos se han sentido obligados a oír. Nacía así una comisión de la que forman parte los gobiernos central y autonómico (lo que significa a su vez el respaldo excepcional de cuatro partidos políticos), los sindicatos y los empresarios con el fin de promover respuestas concretas al declive social y económico. El consejero de Hacienda, Carlos Fernández Carriedo, destacó la impronta del Diálogo Social como el mejor aval de eficacia, ya que eso supone que los proyectos habrán de estar definidos con aportaciones presupuestarias y no como simples formulaciones teóricas.
En paralelo a la acción técnica prevista, la Mesa acordó abrir debates mediante la creación de foros en los ámbitos municipal, social y económico. Cabe esperar que en este aspecto se trate en realidad únicamente de un compromiso de cortesía, porque el exceso de debate y la frecuente inclinación al protagonismo de algunos participantes, suele derivar en factor de confusión y no en definición de objetivos. En todo caso, mesa o banco, la iniciativa surgida en León tendrá repercusiones en el resto de la comunidad.