Aquella madrugada del mes de julio muchos periodistas no durmieron para seguir la gran noticia que se esperaba antes o después. La noche fue muy calurosa, así que costaba hasta conciliar el sueño. Muchos otros pusieron el despertador para seguir en la televisión las comparecencias que anunciaran el gran alumbramiento del Fondo de Recuperación de la Unión Europea y cuánto le correspondía a España del pastel. Los que lo siguieron desde España se llevaron la desagradable sorpresa de que el canal de noticias público dormía plácidamente con reportajes enlatados cuando empezó a hablar en directo Pedro Sánchez, pero eso es otra historia. El triunfalismo del presidente batió todos los registros de la propaganda al anunciar que había conseguido 140.000 millones de euros, la mitad de los cuales eran ayudas directas a fondo perdido, para superar la monumental crisis económica provocada por la pandemia y el hundimiento de la economía. La operación para rentabilizar políticamente un logro de país y no de partido continuó al llegar a La Moncloa donde "improvisadamente" le recibieron sus ministros y vicepresidentes con unos aplausos emocionados que por casualidad fueron grabados por una cámara y enviados con rapidez a todas las televisiones. El éxito era tal que el futuro de varias generaciones estaba garantizado gracias a la diligencia negociadora de Sánchez y solo de Sánchez. La siesta nos supo a todos a gloria aquella tarde sofocante.

Un año y medio después, ningún comercio ha visto un solo euro de aquel montante multimillonario de ayudas. Ni una pyme. Ni un solo autónomo. El empleo que se ha creado desde entonces, que ha sido mucho, se debe al esfuerzo de trabajadores y empresas de sectores asfixiados como el turístico o el hostelero, que han tenido que endeudarse hasta las cejas para volver a abrir sus marchitos negocios. La economía se recupera como se movería un paquidermo en una pista de atletismo. Según las fuentes oficiales se ha "ejecutado" una parte importante de los fondos, pero la vicepresidenta Calviño no acertó a aclarar a qué empresas o proyectos ha llegado a fecha de hoy el dinero europeo cuando le preguntaron hasta tres veces esta semana en la rueda de prensa del Consejo de Ministros. Cuando realmente llegue ese dinero, se quedará muy lejos del tejido productivo real y de él solo se beneficiarán las grandes corporaciones que han contratado lobistas para colocarse en la pole de la carrera hacia los fondos.

Mientras tanto, el desfile de ministros junto al volcán de La Palma no ha supuesto aún el cobro de ayudas a los afectados, y los pequeños pueblos sepultados por la tormenta Filomena languidecen esperando que llegue, un año después, el dinero prometido cuando la nieve cubría sus calles. Una serie de catastróficas desdichas.