Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


El fantasma y la Señora Muir

16/07/2021

Al leer dos ensayos a la vez, las posibilidades de empacho metal aumentan exponencialmente. También existe la posibilidad de descubrir las propias limitaciones intelectuales al comprobar que hay sujetos que han reflexionado tanto y de una manera tan elevada que comprenderles es un reto imposible. No dudo del intelecto de Emilio Lledó, pero El silencio de la escritura exige un dominio excesivo. En 1.991, cuando ganó el Premio Nacional de Ensayo, los lectores y por lo que se ve los que otorgaban premios, poseían una cultura donde la reflexión era mucho más germánica. La distancia entre el texto y su autor y sus implicaciones intelectuales no dejan de ser fascinantes; pero me temo que vivimos en un mundo en donde el relativismo y la duda sobre la Verdad hacen irrelevante la digresión.

La cosa no mejora si uno se enfrenta a Zygmunt Bauman con Amor Líquido. Directamente el libro, su contenido, es increíble y fácil de asimilar. No me he encontrado texto alguno que refleje mejor el valor de la dignidad humana y que critique con tanta contundencia la eficiencia que anula al individuo. Realmente brillante y muy recomendable. El problema es que en ocasiones individuos extraordinarios construyen estructuras intelectuales impecables que no se ajustan a nuestra condición.

La perfección no es nuestro fuerte. La política, el Estado o la Nación no son solo conceptos abstractos, sino que generan unos sentimientos que en ocasiones pueden nublar el entendimiento. Basta con observar el nacionalismo o las ideologías totalitarias para confirmar que cuando nos aplicamos, somos capaces de aplastar a cualquier individuo sin inmutarnos. La dictadura de lo políticamente correcto o la cultura de la cancelación no son inventos modernos, sino formas distintas de imponer por la fuerza nuestra cosmovisión. La sola ilusión de disentir lleva a un terreno oscuro.

Volvamos a Bauman. No deja de ser dramático haber sido polaco, judío y encima comunista en la época de Stalin, para verte exiliado en 1.968. Con dicha biografía lo mínimo que se merece es compasión y respeto. Muchos intelectuales en el siglo XX vieron en el comunismo una respuesta a sus inquietudes. Demasiados antepusieron su soberbia intelectual a la fría realidad de las consecuencias de su ideología. Ese realismo ocultó algunas pasiones inconfesables. Para construir un mundo mejor no es suficiente con tener ideas buenas, es necesario que se adapten a nuestra condición; ya que el engaño será mayúsculo.