Antonio Pérez Henares

LA MAREA

Antonio Pérez Henares

Escritor y periodista. Analista político


A cavar

02/04/2019

El campo, la caza y ahora la España Vacía se han puesto de moda televisada, que es la moda que vale. Sus manifestaciones atraen a los políticos de todo pelaje y condición y las cámaras acuden como moscas a la miel. A uno le muerde la duda y acaba por preguntarse si van las teles porque van los políticos o los políticos van porque hay teles.  Bueno, fueron al menos. No les vamos a regañar.
También suelen ir de vez en cuando en modo recua y pasan por los pueblos con un séquito de periodistas haciendo constar su preocupación porque cada vez viven en ellos menos gente y cada vez más viejos. Hacen declaraciones, ese es su trabajo primordial,  y luego se van. Y los del pueblo se quedan allí. 
Es muy cierto todo, los datos son tan contundentes como demoledores. Hay una España cada vez más vacía y un creciente numero de poblaciones que ya casi no lo son. En el invierno desde luego que no. Porque resulta que en el verano, sí. Y hasta los fines de semana y festividades varias también.
La cosa de los pueblos es que a la gente le gusta ir, y va y se queda un rato, unos días, semanas y hasta más de un mes y de dos pero otra es vivir en ellos y de ellos. Ese es el otro cantar. Eso ya es mucho más complicado, más duro y menos placentero y al personal eso ya es que va a ser que no. Que una cosa es ir de visita a la «postal» y otra la de quedarse en ella. Y ya no les digo si encima hay que cavar. 
La hipocresía de los políticos no es exclusiva, ni mucho menos, de los de tal condición. Quien esté libre de culpa que levante el dedo y yo, desde luego, no me atrevería a levantarlo. La inmensa mayoría de los enamorados del campo viven en la ciudad y los amantes de los pueblos son urbanitas de manual. Los que viven en él y de él bastante tiene con vivir. 
Que, y eso también es de señalar, no viven mal. Se vive mejor desde luego en un pueblo que en un suburbio de una capital, se vive más barato y con mejor calidad en muchos aspectos. Pero otro de los asuntos de esta cuestión, el más importante tal vez, es donde quiere cada cual vivir. El humano tiende al rebaño y al hormiguero. Es una evidencia de la especie y una constatación universal. Nos atrae la masa y cuanto más masa parecemos entender que mejor. 
Pero es muy cierto que habría, y hay, quien le gustaría vivir en el medio rural y no puede hacerlo o no le queda más remedio que marchar. Porque allí pueden vivir los que las posibilidades de los pueblos y del medio agrario dan. Y eso sí es lo que quizás y si de verdad se le echaran ganas y no solo discursos se podría remediar. Si hubiera allí trabajo y posibilidad con ello de asentarse quizás es cuando de verdad el éxodo podría comenzar, aunque fuera un poco, a revertir. 
Las condiciones de vida son, sin duda, mucho mejor de lo que fueron. Muchas cosas tienen que faltaban pero ahora lo que viene a faltar, y eso es lo grave y esencial, es trabajo y ocupación. Así que muy bien lo de irse a la marcha y salir en la televisión, pero a lo que habría que ponerse es a crear esas posibilidades y esos tejidos productivos en el medio rural que den empleo y permitan vivir allí. Déjense de lamentos y plañideras y a cavar.