Maite Rodríguez Iglesias

PLAZA MAYOR

Maite Rodríguez Iglesias

Periodista


Las dos Españas

25/03/2023

El diccionario de la RAE recoge en una de sus definiciones de esperpento la de género literario creado por Ramón del Valle-Inclán en el que se deforma sistemáticamente la realidad, recargando sus rasgos grotescos y absurdos. Esta «deformación grotesca», utilizada por el escritor desde 1920, estaba al servicio de una implícita intención crítica de la sociedad. Pues bien, un siglo después, Valle-Inclán o cualquier escritor que quiera realizar una radiografía de la sociedad actual ya no necesita recurrir a este género porque la realidad supera ampliamente el esperpento. 
Cada semana creemos que llegamos al límite del absurdo, pero no. Tanto que ya perdemos la capacidad para el asombro y asistimos impertérritos a espectáculos que alejan a la sociedad cada vez más de sus representantes políticos. Esta semana ha ocurrido con la moción de censura presentada por Vox y defendida por el octogenario catedrático de Economía, Ramón Tamames. Él mismo, que se prestó al show y ahora ha puesto a la venta su discurso por 4,74 euros, mostró su desagrado con que las sesiones parlamentarias se conviertan en «mítines» y que los discursos tan enfrentados puedan llevar otra vez a enfrentar a las dos España. 
Una dualidad en la que vivimos hace tiempo, caminando al borde del abismo y enfrentando  a la sociedad con discursos vacíos y alejados de los problemas del día a día. Basta con escuchar estos días a los candidatos de los distintos partidos a las elecciones municipales. Primero llama la atención que todos decidan ahora reunirse con los distintos colectivos para conocer sus necesidades y, de paso, sacarse la correspondiente foto. También hay un importante trabajo de archivo para recuperar proyectos y promesas incumplidas de etapas anteriores, que siempre adornan el programa electoral, con la confianza de que los electores fieles sufran episodios de amnesia temporal. Y la guinda suele ser un megaproyecto para enardecer el orgullo local. Fuera de eso, poco debate sobre los problemas reales, sobre cómo llegar a fin de mes, evitar la fuga de los más jóvenes o cómo se podrá cuidar una sociedad cada vez más envejecida. Eso sí que son las 'dos Españas', la de los discursos electorales y la de los vecinos, la de los míos y los tuyos, pero nunca de la de un proyecto común, al menos uno, que no cambie cada vez que cambia el color del Gobierno.