Julio Valdeón

A QUEMARROPA

Julio Valdeón

Periodista


Las malas noticias

19/07/2020

La UCI del Hospital Clínico de Valladolid despide a los últimos enfermos por covid-19. A partir del fin de semana la mascarilla será obligatoria en Castilla y León. Fuera, en lugares tan cerca y tan lejos como Florida, el virus rompe la velocidad del sonido. Hay rebrotes rojo esputo, rojo sangre, allí donde ya nos creíamos a salvo. Durante meses pagamos la vocación negligente, oportunista, de unos políticos a los que el propio sistema premia en la medida de que fomenten las tendencias más egotistas, el corto plazo. Cableados para el aquí y ahora, los electores nunca votarán al gestor gubernamental que exponga la comodidad presenta a cambio de la salvación futura, bien porque las medidas sean tan exitosas que nadie no haya nada que lamentar, y entonces toca acusarle de haber provocado un daño innecesario, bien porque a pesar de las acciones de profilaxis el daño llegue de todas formas, con lo que al cabreo por sufrir una prevención que juzgamos injusta cabe añadir el cabreo al cubo de concluir que resultó insuficiente. Recuerden que sabemos qué es lo que hay que hacer, ya decía un conocido líder europeo, pero entonces no sabemos cómo lograr que la gente nos vote. El cableado de la democracia contemporánea y la propia fontanería mental del mono con corbata impiden que actuemos como corresponde. Por supuesto que esto puede remediarse con una ciudadanía más educada en el sacrificio, más dispuesta a perder ahora para que los que nos siguen no pierdan, más solidaria y dura. Pero yo no tengo claro de pertenecer a ese grupo y me pregunto dónde encontrarlo, más allá del pedernal disciplinado que distingue el proceder de algunas naciones orientales. La noticia de que los últimos enfermos recibieron el alta debiera de saludarse con alegría. La constatación de que toca llevar mascarilla necesita asumirse como el fruto de una política adulta. Pero la hipótesis de que todo vaya a peor, de que no haya vacuna y de que en unas semanas o meses volvamos al encierro tampoco cabe descartarla, y a ver cómo demonios lo aceptamos sin cortarnos las venas.