Maite Rodríguez Iglesias

PLAZA MAYOR

Maite Rodríguez Iglesias

Periodista


La pandemia que nos cambió

24/12/2020

Es un hecho. Ni el virus, ni el confinamiento, ni el miedo a lo desconocido, ni la crisis económica, ni la pérdida de familiares y amigos nos ha hecho mejores, como se pronosticó inicialmente. La pandemia nos ha cambiado, ha dinamitado nuestras relaciones sociales y ha puesto en cuestión el modelo de vida dominante. Lo que no ha logrado todavía es un cambio social real porque la gran mayoría sigue anhelando recuperar la normalidad de antes de la crisis sanitaria.
Un objetivo que se antoja difícil, e incluso hemos acuñado el término nueva normalidad, pero la mayoría sigue agarrándose a esa zona de confort de la que cuesta tanto salir. Y eso que cada vez son más las voces que nos advierten de la necesidad del cambio, de la adaptación y de la evolución. Premisas que no son nuevas para la Humanidad. De hecho, el siglo XX, no tan lejano, ya nos enseñó que caducan las cosas, pero también las ideas. Y vimos como desaparecían países que parecían eternos, preceptos morales que habían durado mil años y dogmas científicos que resultaron no serlo tanto, como  apunta la periodista Marta García Aller en su libro ‘El fin del mundo tal y como lo conocemos’.
En esta línea, otro escritor, el italiano Paolo Giordano se aventura a afirmar en ‘En tiempos de contagio’ que la pandemia nos ha enseñado que nuestros deseos no puede ser ilimitados. «Porque nuestro deseo, que estamos acostumbrados a considerar ilimitado, no puede ser, los recursos del planeta son limitados. La pandemia introduce la idea de renuncia, que ya no era parte de nuestra vida». 
Una renuncia que se hace obligada en estas fechas festivas, con reencuentros fijados a fuego en el calendario, y que muchos todavía no tienen claro si aceptar o cómo gestionar. Y quizás aquí se haga necesario recurrir a los clásicos y repetir el como decía Sócrates: «la causa de todos los males es la ignorancia y por eso el espíritu crítico es más necesario». Esa puede ser nuestra tabla de salvación porque hacernos trampas al solitario solo agravará una situación ya muy compleja. Hay personas que en este tiempo han hecho introspección, hay otras que piensan que este desafío se puede convertir en algo más positivo, y se toman más tiempo para reflexionar o hacer actividades para las que antes no tenían tiempo, como leer. Pero hay otras que se empecinan en no cambiar. Y eso tendrá un coste social.