Imelda Rodríguez

Punto cardinal

Imelda Rodríguez

Especialista en Educación, Comunicación Política y Liderazgo


Inmóviles

17/09/2022

Si se abre un melón, se debe conservar en frío y consumirse, como máximo, en cuatro días. De lo contrario, se echa a perder. En política, pasa algo parecido. Hay políticos que se dedican a abrir melones casi diariamente. Es decir, se afanan por sacar a relucir temas oportunistas buscando una notoriedad que, de otra forma, sería difícil que consiguieran. Pero se olvidan de que, para ser pujante, en cualquier ámbito, hay que hacer algo más que ladrar: hay que cabalgar.  Por eso, esta última idea que ha anunciado el vicepresidente de la Junta de Castilla y León de encargar un estudio de viabilidad para reabrir la central nuclear de Garoña no encaja con el sentido de la eficiencia que se espera de un gobernante. Está bien que se analicen distintos escenarios para abordar la escasez energética actual, pero hay que comunicarlo con rigor, dejando el bombo y los platillos en el cajón. Cuando un dirigente traslada a la opinión pública un proyecto, debe exponer también las bases mínimas de su posibilidad. Lo demás, no es más que abrir un melón para decir que se ha abierto un melón. Así de absurdo. ¿Ver a unos y otros marear la perdiz, con todo su énfasis, sirve de algo al ciudadano de a pie? Recordemos que poner en funcionamiento esta central nuclear es una decisión que concierne a una iniciativa privada y que el Gobierno regional, si llega el caso, tiene la competencia de considerar su trámite. La autoridad útil bebe también de la prudencia, del sentido común, se centra en lo importante y lo solventa sin ruido. A la gente hay que dejarla en paz, evitando desazonarla y transformando su incertidumbre en optimismo. Los políticos que llevan esta bandera ni están inmóviles ni dejan inmóvil a la sociedad con ocurrencias en proceso. Porque una máxima de la comunicación pública responsable es trasladar un proyecto cuando es factible, sobre todo, por su repercusión en la tranquilidad social. Cuando resulta evidente la obsesión por utilizar cualquier asunto (el que sea) para confrontar con otros partidos, pierde fuelle el liderazgo que se afanan por trasladarnos. Este truco de crispar, crispar y crispar para inmovilizar a la oposición corre el riesgo de inmovilizarnos a todos. Porque ya ni sabemos, a ciencia cierta, qué es bueno y qué es malo entre aquello que nos cuentan. Así que todos inmóviles, esperando en quien confiar. Me pregunto -y se lo deberían preguntar los políticos que más lo practican- cómo van a ganar la credibilidad de los votantes si no son capaces de apaciguar el desánimo.
Los mejores gobernantes dejan a un lado los golpes de efecto porque, quien da uno, luego quiere más y más (dicen que engancha). Y ya no pueden parar. Y, mientras, la ciudadanía poco más que noqueada entre tantos chispazos y cohetes. Qué duda cabe que los problemas actuales no necesitan soluciones vistosas sino decisiones sólidas. Un líder auténtico, en cualquier organización, sabe canalizar sus impulsos honestamente y generar expectativas realizables, pensando únicamente en el bien general. Y esto me lleva a recordar a uno de los políticos más cabales, el italiano Mario Draghi. Fíjense, en la rueda de prensa tras su primer consejo de ministros, dijo a los medios: «Haré que los hechos hablen. Ahora mismo no comunicaremos nada, porque aún no hemos hecho nada». Este es el primer paso para construir una gran imagen política. Deberían tomarlo como base de su éxito los cientos de candidatos que ya se preparan para las próximas elecciones municipales. Lo demás, es pura frivolidad con atisbos de estropearse (como los melones abiertos demasiado tiempo). Y lo trivial nunca conduce a nada. Los ciudadanos merecen una política de hechos consumados, no solo de hechos relatados. Y esto mismo sirve para el asunto de la cesta de la compra que promueve la vicepresidenta Yolanda Díaz. Creo que lo hace desde su sentido de la compasión, pero adolece de firmeza, es decir, de determinación para resolverlo. Y este debe ser el comienzo de la comunicación y la práctica política: explicar cómo se zanjará es hoy lo más relevante. Cuando no se tiene certeza sobre su validez, hay que guardar silencio, hasta alcanzarla. Porque el alivio que puede llegar a generar este anuncio en muchas familias, de no llegar a buen puerto, las dejará más inmóviles todavía. Ilusionar no es lo mismo que solucionar. «Haz aquello que sea lo mejor que haya que hacer». Ya lo dijo Cicerón. Esta es la clave de la política auténtica. Reclamemos que nuestros políticos avancen por aquí.