Diego Izco

TIEMPO MUERTO

Diego Izco

Periodista especializado en información deportiva


Celebrar

03/06/2020

A las siete menos cuarto del 25 de septiembre de 2005, Robinho, Ronaldo y Roberto Carlos se tiraron al suelo boca arriba, levantaron manos y piernas y empezaron a hacer el gesto de la cucaracha que se cae de espaldas. No les había dado un 'jamacuco': estaban celebrando un gol, el segundo del 0-3 que sacaba el Real Madrid de Mendizorroza. ¿Una apuesta? ¿Un 'no hay huevos' de manual? Una ridiculez patética. No hay nada escrito al respecto, pero todo lo que se aleje mucho de la carrera de salto y puñetazo al aire con posterior piña de compañeros debería ser sancionable con tarjeta.

En el extremo contrario, viendo el camino que marca la Bundesliga, el fútbol del coronavirus nos ha empujado a un punto penoso en que un gol importante se celebra con la euforia de un jugador marcándole el definitivo 1-5 a su ex equipo en un partido de pretemporada.

Falta 'calor', eso que aportan los aficionados y que convierte a un goleador en un tarado sin frenos durante unos segundos: la emoción, el decibelio, el momento. Sin esa locura en las gradas no hay locura en el campo. Es todo demasiado aséptico (como tal vez deba ser, aunque llame la atención por la tristeza que transmite), demasiado frío, demasiado profesional. Como analizaba Rio Ferdinand, ex jugador metido ahora a divulgador futbolístico, «se le parece… pero no es fútbol».

«Si un compañero marca -decía Espino, jugador del Cádiz que busca el regreso a Primera-, yo le voy a abrazar». Pero esa circunstancia, en la 'nueva normalidad', puede acarrear sanción. Estamos en un momento en que deben establecerse normas, sí… pero que alguien por favor tenga el botón sobre «Borrarlas todas» para apretarlo rápidamente en cuanto todo esto termine.