No acabamos de superar la segunda y ya se anuncia la tercera. Nuestra vida discurre dentro de una ola desde hace más de 10 meses. Habíamos comenzado a recuperar la sonrisa para celebrar unas Navidades adaptadas a la pandemia, pero las autoridades ya nos advierten de nuevos reajustes si los contagios siguen incrementándose. No es buen mes diciembre para contener al virus. El calendario está repleto de días en rojo y de excusas para salir a la calle o juntarnos en comercios y lugares de alterne. Más que villancicos, todavía se escucha el eco de las infinitas versiones del Resistiré del Dúo Dinámico que nos reventó los tímpanos en la primera temporada de Vivir en tiempos de la covid. Hay quien ya habla de un nuevo mal que nos acecha: el hartazgo de pandemia, y es que, aunque no estemos tan desnudos como en marzo frente a los elementos, la sociedad no está anímicamente como entonces. Son ya demasiados meses resistiendo y en las últimas semanas solo el aliciente de la vacuna ha sido capaz de levantar la moral a la tropa, pero cada día cuesta más.
Nos esperan unas Navidades tristes y con miedos. 17 modelos de fiestas en la España de las autonomías. Una vez más, los órganos colegiados encargados de establecer criterios uniformes se han lavado las manos y han dejado a cada virrey establecer las normas que considere oportunas dentro de sus lindes. No queda otra que hacer caso a Francisco Igea, que el jueves nos recomendaba ser mejores de lo que son los gobernantes. El sentido común nos impone la prudencia y pensar que las celebraciones futuras dependerán de que en las dos próximas semanas seamos responsables. No dejemos que el hartazgo de pandemia, la indignación, el cansancio o la dejadez, ponga en riesgo el cumplimiento de las medidas. Tomemos por tanto el control de nuestras vidas, y aprovechemos estos días para recuperar la esencia de unas fiestas que antes de que llegara el derroche tenían un propósito más íntimo. Disfruten. Feliz Navidad.