Belén Viloria

TITULARES DEL FUTURO

Belén Viloria


Ante el reto de vivir más y mejor

30/04/2022

Para 2050, una de cada cuatro personas que vivan en Europa podría tener 65 años o más. En 2018, por primera vez en la historia, las personas de 65 años o más, superaron en número a los niños menores de cinco años en todo el mundo, y se estima que el número de personas de 80 años o más se triplicará, de 143 millones en 2019 a 426 millones en 2050.
Este imparable envejecimiento de la población, se produce en paralelo a un aumento de la longevidad y esperanza de vida, lo que hace que estemos ante uno de los grandes desafíos globales que afecta especialmente a poblaciones locales como la nuestra.
Castilla y León es la tercera comunidad con el mayor índice de envejecimiento por detrás de Galicia y Asturias, y en Valladolid, ya uno de cada cuatro habitantes tiene más de 65 años.La pirámide población vallisoletana refleja con claridad que el envejecimiento es uno de los grandes retos a los que se enfrenta la provincia. Sólo el 12,4% de los habitantes tiene menos de 15 años. Los que tienen entre 15 y 40 representan el 24%; los que tienen entre 40 y 65, algo más del 39%, mientras  que los que superan esa edad son el 24%.
Prepararse para este reto, que está a punto de convertirse en una de las transformaciones sociales más significativas del siglo XXI, con consecuencias para casi todos los sectores de la sociedad, hace necesario cambiar cuanto antes la mirada de lo que significará el propio concepto de envejecimiento para adelantarse y crear los entornos más adecuados capaces de proporcionar el mayor bienestar y salud de nuestra comunidad.
Esto traerá como consecuencia la necesidad de rediseñar todos los entornos: los laborales, financieros, arquitectónicos, sanitarios, etc. y sobre todo los sociales; en cuanto a estructura familiar, lazos intergeneracionales y relaciones comunitarias. Por ejemplo, si nos preguntamos donde querríamos envejecer y morir, casi todo el mundo diríamos que en nuestra casa, en nuestro hogar. Sin embargo, en muchos casos, esto no es una solución, porque las viviendas no están adaptadas a las necesidades de los cuidados de las personas mayores o pueden acabar transformándose en 'jaulas de oro' de las que no pueden salir, desvinculándose de la comunidad. El propio hogar puede convertirse en sinónimo de aislamiento y soledad no deseada.
Por otro lado, la tecnología, la inteligencia artificial y el IoT (Internet of Things) - la teleasistencia domiciliaria, los dispositivos que se pueden llevar encima para monitorizar a las personas para evitar caídas o problemas mayores, los robots cuidadores y de compañía, etc. - juegan un papel cada vez más importante. El diseño de estas soluciones tecnológicas bajo una perspectiva humanitaria es fundamental para asegurar la dignificación de los cuidados. Y en paralelo, también lo es, reforzar las competencias digitales de la población que resulta digitalmente discriminada, y a la vez, no olvidando el derecho a disponer de canales alternativos a lo digital para los servicios básicos.
Teniendo en cuenta que la formación a lo largo de la vida es otro de los aspectos directamente relacionados con la salud y la calidad de vida de las personas, debemos tener también la visión de asegurar entornos ricos, diversos y de calidad, en oferta formativa y de entretenimiento, con el objetivo de dar respuesta a personas mayores y activas que buscan un desarrollo personal continuo, y que puedan participar y seguir contribuyendo a su comunidad de forma significativa. Sin duda, todo un cambio de paradigma. 
El envejecimiento y mayor longevidad, a la que nos enfrentamos en nuestra ciudad y en el mundo a futuro, no son retos lineales y sencillos, sino que son mucho más complejos, poliédricos y trasversales de lo que se podría pensar, alestar condicionados, como hemos visto, por cuestiones tan diversas y variadas como el tipo de redes de contacto y familiares, la salud, la educación, el género, el nivel de ingresos económicos, las barreras arquitectónicas, la brecha digital, e incluso el nivel de participación comunitaria. 
Si queremos construir un mejor futuro, necesitamos cambiar la mirada y percepción del concepto tradicional de envejecimiento. Todos tenemos mucho que hacer y decir en esta línea. Comencemos ya a innovar y crear estos  entornos que nos asegurarán que viviremos más y mejor.