Una vez consumado, y anunciado, el pacto PP-Ciudadanos, todo lo que ha venido después carecía de excesivo interés. Hasta hoy… si es que hoy, como parece, se conocen los nombres de todos y cada uno de los consejeros de la Junta. Cuando escribo estas líneas florecen las quinielas, los rumores y las filtraciones, pero no hay confirmaciones concretas. En lo de las filtraciones ha madrugado más Ciudadanos que los populares. Tal vez la causa haya que buscarla en ese ilusionante infantilismo del que estrena traje nuevo y quiere que todos se den cuenta de ello y de lo bien que le sienta. A Igea se le ve cómodo en eso de amagar, insinuar y llevar, aunque sea por lo bajinis, la voz cantante. En el PP ya están acostumbrados a estas situaciones. No en vano llevan 32 años poniendo y quitando consejeros, directores generales, secretarios, gerentes de fundaciones, delegados, etc. Así que con estos precedentes ha llegado la esperada hora H, esa en la que Fernández Mañueco desgranará los nombres de los bendecidos y comenzarán las especulaciones sobre quien ha ganado o perdido o ha salido reforzado o queda tocado del ala. Y luego vendrán los ¿inevitables? análisis provinciales como si el futuro de Burgos, Palencia o Ávila dependiera de una designación. Tener a un paisano sentado en un sillón con mando no garantiza nada. Y si no que se lo pregunten a los sorianos que tuvieron, a la vez, dos ministros de la tierra (Lucas y Posada) y fue una de las etapas en las que más población perdieron. Además, ahora la cosa se complica porque esos análisis habrá que hacerlos en dos partidos y, obviamente, nueve provincias. Un lío, sobre todo si no funciona la argamasa y cada parte del nuevo gobierno va por su lado e Igea no da abasto a regenerar y a repartir trasparencias. ¿Y Mañueco? Tras los anuncios de moderación, centrismo y compromiso con esta tierra (¿con cuál si no?), llega la hora H de las decisiones. Imposible dejar a todos contentos. De momento, él sí lo está. Y mucho.