El abandono y la muerte de mayores en soledad conviven, cada vez más, a la vuelta de una esquina e incluso en el mismo rellano de nuestra comunidad de vecinos, escondidas o invisibilizadas por una sociedad que todavía no sabe cómo actuar. Estas situaciones dramáticas se están convirtiendo en la epidemia del siglo XXI. De hecho los expertos apuntan la soledad causa serios problemas de salud y puede ser tan perjudicial como fumar 15 cigarrillos al día. 
La soledad no deseada, sobre todo de las personas mayores, es ya una nueva causa de exclusión social. En la capital casi 6.500 mayores de 80 años viven solos, una cifra que sube hasta el 15% de la población censada en el caso de los mayores de 75. Solo esta semana los servicios de emergencia han localizado dos ancianos que llevaban días muertos en sus domicilios, pero a lo largo de este año la cifra ha crecido exponencialmente respecto a los anteriores.
Un colectivo que depende de los servicios sociales para garantizar su autonomía, pero también del apoyo familiar  o social para tener una vida mínimamente digna y no aislada del entorno. Una exclusión que se hace más cruda, si cabe, en fechas festivas como las que se aproximan, donde el individualismo deja paso a la exaltación de la amistad y la indiferencia se vuelve generosidad. Por eso se multiplican los eventos solidarios centrados en los que están solos o necesitados, pero estos gestos puntuales no pueden sustituir la necesidad de la puesta en marcha de políticas públicas coordinadas entre las distintas administraciones, para lograr más efectividad. Pero también deberíamos realizar un ejercicio de introspección interior y analizar cada uno de nosotros la responsabilidad individual. En Bilbao se ha puesto en marcha una campaña para concienciar a la población sobre los problemas de la soledad no deseada. Los promotores buscan abrir un debate social sobre la soledad de los mayores.
Un paso más ha dado la Federación de Vecinos Antonio Machado, que en colaboración con el Ayuntamiento y los vecinos de Pilarica y Rondilla, ofrece un programa de buena vecindad para generar una red de acompañamiento  que cubra las carencias de la asistencia social o las atenciones que no pueden brindar la familia o los amigos. Aunque quedan muchos pasos por dar para llegar al nivel del Reino Unido donde se ha creado el Ministerio de la Soledad. Una cartera que debería figurar en las prioridades del próximo Gobierno.