Víctor Arribas

VERDADES ARRIESGADAS

Víctor Arribas

Periodista


Aquella cena en Charleston

10/01/2021

Estados Unidos lleva años alimentando la fractura social que esta semana ha estallado con el asalto al Capitolio. Las hordas de seguidores de Donald Trump, que representan la última imagen que tenemos de la barbarie, no son más que la otra cara de la misma moneda que ya vimos el pasado verano cuando, alentados por la inaceptable muerte de un ciudadano negro por abusos policiales, otras multitudes igual de enfervorecidas destrozaron varias ciudades del país. Derribaron monumentos y desataron el odio contra la Historia. Los de ahora son el haz, aquellos eran el envés. Las dos partes quieren lo mismo: imponer al resto de la sociedad su forma de pensar y de vivir. En España tenemos algo parecido, con los que alentaban asaltos al Congreso no hace demasiado tiempo sentados ahora en las cómodas butacas del gobierno.

Una década atrás este cronista asistió a una cena de buena vecindad en una comunidad cerrada y aislada del estado de Carolina del Sur. Obama no llevaba ni un año siquiera en la Casa Blanca. Uno de los comensales hizo un comentario elogioso hacia el presidente, y el vecino de la casa frente a la suya, con el que había compartido esfuerzos frente a huracanes e inundaciones, se levantó de la mesa y abandonó el convite, incapaz de soportar una afrenta semejante. Con aquello se empezó a comprender que el grado de rechazo de una mitad frente a la otra empezaba a ser grave, seguramente había tenido su origen en los votos de Florida por los que Gore perdió frente a Bush y en la intervención militar en Irak que ordenó el presidente tejano. Aquella cena en el verano de 2009 explica lo vivido el día de Reyes, y las muchas afrentas en sentido contrario que se han producido en los últimos años de mandato de Trump.

Lo extraño es que aquél clima irrespirable se mimetice con el nuestro. En España tenemos ya lo nuestro, es incomprensible que las dos mitades irreconciliables se reconozcan en sus semejantes al otro lado del Atlántico y tomen la situación política americana como una cuestión personal, como si de Franco se estuviera hablando. Un simple comentario opinativo en las redes sociales genera cientos de mensajes encolerizados a favor o en contra de Trump y de su cruzada por mantenerse en el poder. Con denuncias de pucherazo o de usurpación, dependiendo de quien los escriba. Si es cierto que los acontecimientos de Estados Unidos antes o después llegan a este lado del océano, vayamos aprendiendo de lo ocurrido en Washington. Da la sensación de que estamos cenando en España y alguien se ha levantado al no soportar las opiniones del vecino de enfrente.