Pablo Álvarez

ZARANDAJAS

Pablo Álvarez

Periodista


Una pizca de sensatez

26/06/2021

La falta de precisión en las unidades de medida me saca de quicio. Tendré una cabeza muy cuadriculada pero me llevan los demonios cuando en una receta pone echar una pizca, un puñado, una miaja o una gota. Y ya el colmo es cuando te dicen: lo que pida. A mí las lentejas no me hablan y por lo tanto no me dicen cuánto agua necesitan, así que no me queda más remedio que seguir tirando de ‘tupper’. Ahora que todo se puede medir o pesar, ¿qué cuesta decir, dos gramos o doscientos?
Me ocurre lo mismo al leer lo referido a la nueva normativa que regirá a partir del sábado para el uso de las mascarillas en España. Podremos no llevarlas puestas salvo en aglomeraciones. ¿A partir de cuándo se considera aglomeración? Para ser justos, aquí los legisladores sí que se precisan que será obligatoria cuando no se pueda guardar la distancia de seguridad de metro y medio. Eso quiere decir que en las calles con aceras inferiores a dos metros deberíamos llevarla puesta si nos cruzamos con alguien, por lo tanto, en Valladolid en buena parte de la ciudad. ¿Y cree usted que eso lo haremos a partir de ahora?
No me gustaría estar en el pellejo el sábado de ningún policía que tenga que hacer cumplir la nueva normativa. Si ya lo tenían difícil ahora que es obligatoria desde el momento que cruzas el umbral de la puerta de tu casa, ahora tendrán que soportar el vacile de ‘espabiliaos’ de toda condición. 
Dicho esto, creo que es un paso valiente y necesario de las autoridades sanitarias, que nos permitirá volver a mirarnos a la cara y esbozar una sonrisa. 
Nuevamente tendrá que ser el sentido común el que impere y ya hemos visto qué ocurre cuando nos encomendamos a la responsabilidad personal: que nos dan la mano y cogemos el brazo. Gracias al alto ritmo de vacunación no estamos en otra cresta de la ola. Y aquí debo entonar el mea culpa pues fui de les escépticos al inicio del proceso de que a estas alturas del año me pudiera llegar una de esas vacunas. Me quito el sombrero, reconozco mi equivocación y agradezco el esfuerzo de todos los que están haciéndolo posible desde los sanitarios que nos ponen el rejonazo hasta todo el equipo humano que lo coordina y dirige pido perdón por mi incredulidad. 
Así que, pongamos todos una pizca de sensatez y llevemos siempre cerca la mascarilla. En mi caso, atada porque seguro que la pierdo.