Pedro Calvo Hernando

APUNTES

Pedro Calvo Hernando

Escritor y periodista


El error del Brexit

03/02/2020

La decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea es la más grave, o figura entre las más graves, tomada en lo que va de siglo y tal vez en un período mucho más amplio. No es posible precisar con exactitud, pero se entiende muy bien lo que quiero decir. Nunca podrá entenderse la razón o razones de lo sucedido, pero estoy seguro de que se trata del error más grande entre todos los imaginables. Por mucho que pensemos, que leamos, que analicemos lo sucedido, no lo entenderemos de verdad, si excluimos la posibilidad de que se trate de una obra o decisión diabólica. Por ahora, uno se conforma con interpretar lo ocurrido como resultado de la dejación del sentido común, que en esta ocasión sí ha resultado ser el menos común de los sentidos.

Es algo así como lanzar una bomba atómica sobre un paraíso recién construido. Algo así como intentar echar por tierra el resultado de años y años de esfuerzos. Menos mal que estoy exagerando. Pero no sería exagerar si se dijeran las cosas más terribles sobre la persona del primer ministro británico, el primer responsable teóricamente de esta catástrofe que, si Dios no lo remedia, hará historia en la historia de Europa y quizá en la historia universal. Lo que ahora toca desear es una marcha atrás severa de la decisión tomada, aunque sean muchos los que tendrán que avergonzarse y arrepentirse del papel jugado. Más valdría que las reacciones se produjeran cuanto antes, para evitar consecuencias irremediables.

De los 28 Estados que componían la Unión, 27 están en contra de lo sucedido y lo mismo casi la mitad de los habitantes del Reino Unido. La simpleza de la afirmación no la invalida sino que le confiere más fuerza. Ahora deberíamos esperar una reacción rápida y decisiva de los grandes mandatarios en contra del gran disparate perpetrado, que ha sido impropio de una comunidad internacional civilizada y culta. Sin exagerar, lo sucedido recuerda, por ejemplo, las dos guerras mundiales del pasado siglo, que ya sabemos todo lo que trajeron consigo. Lo que debería hacerse es dejar pasar el tiempo y hacer así imposible un remedio a lo sucedido. No hay síntomas, seguramente por ser demasiado pronto. ¡Alertas!

Las clases políticas y las formadoras de opinión no han estado a la altura de las circunstancias ni de lo que se venía encima. Nadie sabe cómo eso podía suceder así, pero el hecho es que ha sucedido y ahora tenemos encima el más grande compromiso de las últimas décadas. Los grandes pensadores mundiales no deberían quedarse quietos sino movilizarse lo que no se movilizaron en los años pasados. Lo digo también porque una falta de reacción ante lo sucedido sería tanto como dimitir de una obligación histórica que atañe a gobernantes, personajes influyentes y medios de comunicación. Tienen que ponerse en marcha antes de que sea tarde y la cosa se convierta en irremediable.

Es posible que yo me esté pasando de la raya. Corro ese riego y no me importa. Lo hago en el intento de contribuir a la necesaria movilización de acciones y conciencias, nadie piense que es que de pronto me ha dominado una chifladura. Sinceramente, creo que el gran error cometido tiene remedio y que lo que hay que hacer es apresurarse y no perder a ser posible ni un minuto. También porque una pasividad conduciría al hecho de perder la oportunidad de remediar la tragedia ya iniciada, y eso sería trágico. Espero que se me entienda bien, porque lo hago en la seguridad de que lo ocurrido tiene remedio y siendo así, hay que esforzarse para ponérselo.