Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Posiciones de partida

25/06/2021

El Gobierno ha pasado el trago de las declaraciones de los presos del procés tras su excarcelación por los indultos concedidos por el Gobierno de Pedro Sánchez. Los ‘ongi etorri’ en los que han participado y los que aún falta por celebrarse a lo largo de los próximos días y semanas supondrán un incremento de la estrategia de la tensión de los líderes independentistas, hasta que sus ecos comiencen a diluirse y sean sustituidos por la acción institucional de los actuales gobernantes catalanes en la que, sin dejar de manifestar sus deseos secesionistas, se pongan a trabajar en el marco de la mesa de diálogo entre gobiernos.

La posición del Ejecutivo en los últimos días es que tras la concesión de los indultos con el coste político que le supone, corresponde ahora al Govern mover ficha, hacer un gesto, porque los indultos han introducido una nueva variante en el escenario catalán que va más allá de las declaraciones maximalistas que parecen anunciar la celebración de un referéndum de autodeterminación, esta vez acordado y vinculante. Y nada más lejos de la realidad.  Las declaraciones de los excarcelados sobre la república catalana, o las del presidente del PNV, Andoni Ortuzar, sobre las naciones vasca y catalana o la bilateralidad, son recurrentes y es preciso situarlas en el terreno de desiderátum –el líder del PNV también lo hace- con el convencimiento de que no lo lograrán en las generaciones venideras.

La influencia de los indultos se dejará sentir durante mucho tiempo, no solo por el itinerario judicial que seguirán los recursos, desde su hipotética admisión a trámite hasta su resolución, y ahora entra en juego la celebración de la reunión entre Gobiernos para ‘normalizar’ la situación en Cataluña. El Gobierno no tiene prisa en su celebración porque sabe que supone acentuar las contradicciones internas entre los independentistas, y al mismo tiempo porque ERC debe comenzar a evidenciar que si se encuentra al frente del Govern es para consolidar su liderazgo y presentar propuestas.

En cuanto a la mesa de diálogo ya se conocen las posiciones de partida de ambas partes, aunque en los análisis apocalípticos ya se da por hecha la rendición del Gobierno con la celebración de un referéndum que dará la independencia a Cataluña y la concesión de una nueva amnistía, a pesar de las declaraciones en contrario de todos los ministros y la potencia del marco constitucional. El Gobierno se sentará a la mesa con la agenda del reencuentro, que no es otra que incidir en una progresión del autogobierno autonomista, incluso aceptando las propuestas negociadoras de las demandas con las que Artur Mas y Carles Puigdemont se presentaron en La Moncloa. 

La próxima semana se conocerá si Pere Aragonès presenta otras demandas que vayan más allá de la autodeterminación y la amnistía, porque si no hay otros elementos sobre los que negociar, la duración de la reunión será muy breve y su fracaso irá en contra de los intereses de ambos gobiernos, el de normalizar las relaciones con Cataluña y la de demostrar que los independentistas gestionan bien para lograr una mayoría social suficiente para forzar la independencia, de la que ahora carecen. Entre tanto Pablo Casado vuelve a Bruselas a hablar con los líderes conservadores para convencerles de los despropósitos del Gobierno. Y van dos.