Pablo Álvarez

ZARANDAJAS

Pablo Álvarez

Periodista


El cambio climático, los pinchos y los urogallos

07/12/2019

De los creadores de ‘El primo de Rajoy’ y ‘Con Almeida, Madrid Central acaba el 26 de mayo’ llega ahora a nuestras pantallas: ‘La ruta del pincho climático’. Apenas unos días después de que el Parlamento Europeo haya aprobado una resolución en la que señala que el planeta vive una «emergencia climática» y en plena Cumbre Mundial del Clima que se celebra en Madrid estos días; en Castilla y León la mayor aportación que se plantea a este problema para apoyar dicha cumbre es crear una ruta de pinchos. Idea con el sello de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente que bien podría haber llevado el sello Acme (Nota para millennials: Acme era la marca de los artilugios que compraba el Coyote para atrapar al Correcaminos y que siempre fallaban). Pero no unos pinchos cualesquiera, no, tienen que ser elaborados a partir de «productos de proximidad, naturales y de temporada». Faltaría más.  No precisa si la ruta por toda la Comunidad solo se puede hacer a pie o en bici para reducir la huella ecológica.
Como iniciativa ligada al cambio climático tendría un encaje con calzador, pero podríamos admitir pulpo como animal de compañía siempre que estuviese enmarcado dentro de un proyecto de apoyo a la cumbre más ambicioso y global que incluyera medidas efectivas de lucha contra el cambio climático y sensibilización para la protección del medio ambiente. Pero si todo lo más que tenía la propuesta era incluir conceptos en la escuela de alcaldes, cantar las bondades de la biomasa y colocar pancartas en los edificios de la Junta... pues da más pie a la chanza que a la reflexión real sobre un tema que admite pocas bromas.
Ahí no queda la cosa, pues esto puede ser achacable a la Junta de Castilla y León pero tampoco en la oposición parlamentaria andan mucho más espabilados en su labor de control sobre la acción del Gobierno. En plena Cumbre del Clima y menos de una semana después de la declaración de «emergencia climática» por parte de la Eurocámara, en el Pleno celebrado en las Cortes esta semana, la única pregunta dirigida al consejero de Fomento y Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, fue: «¿Qué previsiones tiene la Junta de Castilla y León en relación a la construcción del nuevo centro de cría en cautividad del urogallo cantábrico en León?», formulada por la leonesa María Rodríguez Díaz.
Sin restar un mínimo de gravedad a la situación agónica que vive el urogallo cantábrico, no parece que esta cuestión sea la más pegada a la actualidad que afecta al área de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León. Para descargo de la procuradora es cierto que el estelar anuncio de la ruta de pinchos no se hizo hasta el domingo y las preguntas hay que presentarlas con antelación, pero si el Gobierno en funciones de España pudo organizar una cumbre de esta magnitud en tan solo tres semanas y la declaración de «emergencia climática» en Bruselas se realizó el jueves, con una mínima capacidad de reacción, podría haber cambiado la pregunta para pegarla a la actualidad, como sí que hizo, por ejemplo en el caso de la Discapacidad al coincidir la sesión de control con el día internacional.
Visto este episodio, nos podemos hacer una idea del orden de prioridad que tanto la Junta como para la oposición dan al cambio climático, el calentamiento global y las políticas medioambientales.
Mariano Rajoy rectificó y de la anécdota de su primo, el famoso catedrático de Física en la Universidad de Sevilla que pensaba que si ningún científico es capaz de asegurar al cien por cien el tiempo que va a hacer mañana en Sevilla cuánto más podría alguien vaticinar lo que ocurriría en 50, 100 o 300 años con el calentamiento global; pasó a reconocer que era «el mayor reto medioambiental» tras entonar el mea culpa: «Cuando uno se equivoca lo mejor es rectificar y yo he rectificado muchas veces porque me equivoco a menudo».
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, pasó de ser el azote de Madrid Central (el plan de restricción de acceso de vehículos al centro en función de la calidad del aire), y solo un juez impidió que lo borrar del mapa, a ponerse la medalla de su aplicación. Aquí sin reconocer el error y sin ponerse rojo de vergüenza.
Así que, qué llegaremos a ver en Castilla y León, ¿a Suárez Quiñones llegando a la consejería todos los días en bici?