Alfonso González Mozo

PLAZA MAYOR

Alfonso González Mozo

Periodista


Nadie hace nada

03/12/2022

No hace falta conocer el último dato del IPC, ni ser un gurú económico, ni tan siquiera echar mano del típico informe de alguna asociación de consumidores sobre la cesta de la compra para saber que los precios se han vuelto a disparar. Solo hace falta ir a un supermercado cualquiera para darnos cuenta del descontrol en el que vivimos.
Una botella de aceite (el Carbonell 0,4, no un virgen extra gran reserva aplastado por los pies de unos querubines alados) ya vale más de 7 euros en este nuestro santo país en el que andamos peleaditos con el mundo por si una ministra ha dado luz verde a una chapuza de ley o por si un vicepresidente va saltando de charco en charco para contentar con sus proclamas a sus acólitos. Mientras tanto, al ir al súper, tenemos que pagar cada caja de leche, aunque sea de marca blanca, a casi un euro, cuando hace no tanto, no pasaba los 60 céntimos; y eso es subir más de un 50% en un año, que ya lo firmaba media España para su nómina...
Y la inminente llegada de las navidades se ha convertido en la excusa perfecta para que los supermercados hayan pegado un nuevo empujón a los precios. Dirán que como aquí nunca pasa nada, que el consumidor tiene que seguir comiendo y que, total, nadie les pega ese tirón de orejas que llevan meses mereciendo... Todo empezó con la subida del precio de la gasolina y la posterior huelga del transporte, pero es que ya no se ha vuelto a la normalidad de los precios de anteayer.
Es más, la cosa va a peor, por mucho que anden subiendo los tipos en el Banco Central Europeo y nuestras entidades no duden en aplicarlo de manera instantánea al crédito, que nunca jamás al ahorro. Y pese a lo del BCE, los precios continúan vergonzosamente desbocados. 
Pero es que aquí todo vale y nadie hace nada. Porque nuestros dirigentes no están en sus ministerios y consejerías para resolver nuestros problemas, sino para perpetuarse en el poder; solo les interesan los votos y no que sus ciudadanos tengan una mínima calidad de vida. Y qué decir de esos sindicatos que callan mientras los salarios cada vez están más lejos de los precios reales. Sí, se movilizan para defender la democracia, pero se olvidan de que lo verdaderamente antidemocrático es que la cesta de la compra no pare de subir y los sueldos ni se muevan.