Es la primera vez en mi vida que distingo tan claramente dos corrientes de pensamiento tan dispares en torno a la selección española. Podríamos decir «tres» si tomásemos en consideración la opinión de 'españoles a su pesar', secesionistas e independentistas, que siempre tuvieron esa aversión 'de boquilla' mientras disfrutaban de los éxitos con el rabillo del ojo… pero tomar en consideración ciertas opiniones es lo que ensucia los debates. Así que sólo dos, son dos, y una de ellas tiene que ver con un discurso retorcido alrededor del seleccionador: «Por supuesto que voy con España a muerte, pero si cae, que caiga muy fuerte». Es esa gente que quiere ver triunfar a España y fracasar a Luis Enrique por la afronta de no llamar a nadie del Real Madrid. «Por fin salió´su verdadera cara: siempre fue antimadridista», dicen. Y lo dicen de verdad, como los terraplanistas hablan de un enorme precipicio al vacío o los negacionistas paranoicos de las vacunas que nos controlan. Lo más gracioso del tema es que si les miras a los ojos y les pides razonamientos de peso, si les explicas que Ramos llevaba seis meses sin jugar en condiciones a sus 35 años, pueden decirte que sí, que «te compro lo de Ramos. Pero, ¿y Nacho por qué no? ¡No me jodas!». Señores que en su fuero interno desean el fiasco de España porque Luis Enrique no ha llevado a Nacho: el musical.

Ayer, ante Portugal, algunos consideraban que lo más 'suyo' que había sobre el césped era Cristiano Ronaldo. Te dan ganas de preguntarles «¿Con quién vas?» para que se pongan en evidencia, pero sabes que van a responder «con España» y que jamás dirá en voz alta que, en el fondo, tampoco le importaría un descalabro: ya habrá nuevas oportunidades y si del golpe conseguimos quitarnos a 'éste'... Claro. Si para construir un relato necesitas que algo se venga abajo, aunque te duela, estás deseando que suceda.